EDITORIAL

Puigdemont borra al PDECat del Congreso

El expresidente sigue con su empecinamiento vengativo contra quienes considera infieles o desafectos

El 'expresident' Carles Puigdemont, este domingo, durante la reunión con el grupo de JxCat en Bruselas.

El 'expresident' Carles Puigdemont, este domingo, durante la reunión con el grupo de JxCat en Bruselas. / JULIEN WARNAND

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No es fácil dilucidar lo que pasa en el espacio político que durante años estuvo ocupado por Convergència. El abuso de eufemismos ha engendrado una neohabla procesista que no es fácil de entender y mucho menos de explicar. La conclusión provisional tras la elaboración de las listas para las elecciones del 28-A es que el actual PDECat sigue amedrentado ante los designios de Carles Puigdemont que ha impuesto una auténtica purga en unas listas que se aprueban con unas expectativas muy bajas en las encuestas. El expresidente sigue con su empecinamiento vengativo y aprovecha el secuestro emocional de la prisión y del exilio para erradicar a quienes considera infieles o desafectos.

En esta ocasión las víctimas han sido Carles Campuzano y Jordi Xuclà como antes lo fue Marta Pascal en el congreso del partido. Los lugares de salida los ocuparán tres presos (Jordi SánchezJosep Rull i Jordi Turull) acompañados de insignes representantes del ala dura incondicional de Puigdemont: Laura BorràsMiríam Nogueras y Ramon Tremosa. A pesar de las declaraciones de Jordi Sánchez en sentido contrario, la realidad es que la lista de Junts per Catalunya al Congreso significa que los votos y los diputados que obtengan servirán solo para eso que llaman "bloquear" la política española, pretenciosa expresión porque según cuáles sean los resultados lo que puede ocurrir es que a penas puedan lucir vestidos amarillos y soflamas legitimistas. El esquema se repite en la lista de las municipales de Barcelona, encabezada por Forn y en las europeas, donde se presenta el mismo Puigdemont

Esta estrategia puede acabar convirtiendo al PDECat en algo insignificante políticamente al dar todo el protagonismo y ceder todo el discurso a ese grupo de incondicionales de Puigdemont que se hace llamar la Crida. El miedo de los alcaldes del PDECat a tener que enfrentarse en las municipales a los candidatos elegidos a dedo por Puigdemont ha acabado por aniquilar al partido. Así las cosas, sale a subasta un espacio político en las elecciones de abril que puede marcar el próximo ciclo de la política española y catalana. Es evidente que ahora el PSC se puede presentar aún más como el genuino representante del catalanismo que tenía entre sus postulados la transformación de España. Mientras que en el independentismo, Esquerra aspira a ser hegemónica entre los que abogan por acabar con el unilateralismo sin renunciar al objetivo final.