Análisis

Patada, patapum, 'p'arriba'

Gobierno y Generalitat han vuelto a aplazar decisiones reales, pero van ganando tiempo, aunque sea con un espectáculo muy poco vistoso

Aragonès, Artadi, Calvo y Batet, durante la reunión que mantuvieron en el Palau de Pedralbes el pasado 20 de diciembre.

Aragonès, Artadi, Calvo y Batet, durante la reunión que mantuvieron en el Palau de Pedralbes el pasado 20 de diciembre. / JORDI COTRINA

Toni Aira

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Una reunión que acaba en el anuncio de otra reunión. Un espacio de diálogo que anuncia más espacios de diálogoespacio de diálogo que anuncia más espacios de diálogo. Tal y como está todo, no entusiasma ni suena demasiado sexi, pero podría haber sido mucho peor. Este jueves, Gobierno y Generalitat han vuelto a aplazar decisiones reales, pero con la intención de no darlo todo por perdido. A verlas venir. Menos es nada.

Se atribuye al conde de Romanones aquella frase que dice: "Nada mejor que crear una comisión, si quieres matar un debate". Cambien 'comisión' por 'mesa de diálogo' y tenemos el resultado de la reunión Gobierno-Generalitat de esta semana. Se han comprometido a crear, no una, sino dos mesas. Y alguien dirá: flaco rédito de reunión. Bueno, pues no exactamente, porque así de momento se ha matado el debate sobre si esto de los Presupuestos estaba imposible. Difícil sí, por imposible aún no lo dan. Eso sí, han tirado de la táctica de aquel popular entrenador vasco, Javier Clemente, que aconsejaba en un momento dado del partido dar al balón "patada, patapum, p’arriba”. Y a ganar tiempo (jugando muy poco vistoso, eso sí).

En todo lo que implica la estrategia de Pedro Sánchez se intuye la mano de su jefe de Gabinete, Iván Redondo, hábil en general, y en concreto con respecto a los Presupuestos Generales, a la hora de proyectar que al presidente socialista ya le puede ir bien una cosa y la otra, su aprobación o no. Y es que, según el mensaje que ha calado en los medios, Sánchez ya ha podido proyectar lo positivo y social que tendrían sus Presupuestos para los ciudadanos, y a la vez, si estos no pasan el trámite, siempre podrá decir que no ha cedido al "chantaje" de los independentistas. En la Moncloa saben que de esto último (de ser rehén de Quim Torra y de Gabriel Rufián) lo acusarán Ciudadanos y PP igual, haga lo que haga. Y ha decidido asumir el riesgo, a ver si aún puede tapar la acusación con inversiones.

En la Moncloa saben también que el presidente necesita vender algo concreto y potente de aquel gobierno bonito que estrenó hace ya unos cuantos meses y que de momento no ha dado muchos más réditos que aquella foto de equipo con astronauta y juez estrella incorporados. 

El descalabro en Andalucía podría repetirse en otras comunidades en pocos meses, si políticamente no hay algo mejor que llevarse a la boca que aquello del que viene el lobo. Además, y eso lo tiene Redondo estudiado, este método no le fue bien ni a Felipe González en 1996 con la campaña del "dóberman" que alertaba lúgubremente sobre "la derecha".

Mientras, los independentistas, sin estrategia aparente más que mirar de reojo a su socio de coalición (a la vez que adversario electoral principal), ha ido allanando el camino lo máximo que ahora puede y le permite el contexto de prisión y exilio para sus líderes. Pero son conscientes también de que alguna mejora y algo tienen que aportar a su ciudadanía en términos de gestión y de mejoras sociales. Si eso de momento no lo pueden ganar, como mínimo van ganando tiempo. Con un espectáculo muy poco vistoso, eso sí.