LA CLAVE
Una orgía en la niebla
A medida que el independentismo acumula fracasos, divisiones y contestación social, el ala integrista impone un cambio de paradigma. ¿Recuerdan las sonrisas? Ahora centellean los colmillos
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
Una niebla opaca cubrió la ciudad. Olía a albaricoques y la radio dijo que era afrodisíaca. Lo contaba Boris Vian en 1949. Privados de la vista, los ciudadanos se desprendieron de vergüenzas y represiones. En el rellano de la escalera, en el portal, en la panadería, en la esquina de la calle, en el centro de la calzada los vecinos se entregaban al fornicio con gozosa desinhibición. La ciudad era una orgía feliz.
Un día, la niebla empezó a levantarse. Cundió la alarma. El ayuntamiento adoptó medidas urgentes. Cuando la bruma se hubo disipado, el peligro ya había sido eliminado: los ciudadanos se habían arrancado los ojos. El amor es ciego, tituló Vian su relato.
Hace tiempo que Catalunya vive presa de la ceguera y la incitación. Una niebla sólida cubre el país. Pero a diferencia de la de Vian, esta no invita al amor. El amor es ciego. El rencor es ciego y sordo.
La bruma lo confunde todo. Mezcla, retuerce y desvirtúa conceptos y sentimientos. A medida que el independentismo acumula fracasos, divisiones y contestación social, el ala integrista impone un cambio de paradigma. ¿Recuerdan las sonrisas? Ahora centellean los colmillos.
La vía eslovena
El 'president', que no es otro que Torra, reclama para Catalunya la vía eslovena a la independencia. Resumido: decenas de muertos, centenares de heridos y limpieza étnica administrativa de los serbios, croatas, bosnios, macedonios y gitanos que no habían solicitado la ciudadanía eslovena en los seis meses posteriores a la independencia. Eran "los borrados", como ilustra en este diario el historiador Francisco Veiga. Residentes ilegales de un plumazo. Desposeídos de empleo, pensión y asistencia médica. Muchos, forzados a emigrar.
A Torra se le conocen dos referencias en materia policial. Una: su pública admiración por el torturador Miquel Badia, el filofascista jefe de la policía de la Generalitat destituido en 1934 por Companys. Dos: su soflama a los radicales encapuchados de los CDR y su ataque a los Mossos cuando intentan contener la violencia callejera.
La niebla emborracha los conceptos. Para disfrazar la fatiga, el independentismo multiplica los aspavientos. La fortaleza conduce a la acción; la endeblez, a la gesticulación. Niebla y más niebla.
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