Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

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Pues no es para tanto

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Casi con toda seguridad, usted, que está leyendo este artículo, no es una persona millonaria. Tal vez por eso, ha envidiado en muchas ocasiones a quienes sí lo son. Hoy, desde aquí, y mediante unos sencillísimos cálculos, le voy a demostrar que ser millonario no es para tanto.

Pero tranquilícese, porque no le voy a soltar el rollo de las pequeñas cosas de la vida, ni le diré que lo realmente importante es la sonrisa de aquellos a los que ama. Imagino que eso lo habrá oído ya muchas veces y no pienso insistir. Iré en otra dirección, mucho más pedestre y superficial, pero en ocasiones la superficialidad ayuda mucho más que un argumento sentimental y profundo.

Superfortunas mundiales

Pensemos en las grandes fortunas. Bill Gates ronda los 90.000 millones de dólares. Amancio Ortega le superó, pero luego ya no y luego otra vez sí. Un lío, vaya. Sea como sea, la cosa siempre oscila alrededor de esa cifra. En casi 100.000 millones de dólares podemos fijar la cima de la superfortuna mundial.

Bien, ¿y eso es mucho? Muchísimo, claro que sí, pero sígame en mis cálculos y descubrirá que, en cierto modo, no es para tanto.

Un kilo de oro cuesta alrededor de 35.000 dólares. Por tanto, el ser humano más rico del planeta puede comprarse, aproximadamente,  tres millones de kilos de ese carísimo material. Parece mucho, ¿verdad? ¡Tres millones de kilos de oro! Pero piense en lo que ocupa un kilo de oro. Un lingote de ese peso ocupa, aproximadamente, 55 centímetros cúbicos. Eso significa que los tres millones de kilos ocuparían 55 multiplicado por esa cantidad, o lo que es lo mismo 165  millones de cientímetros cúbicos.

Un cubo de oro de 6 metros x 6 metros

De nuevo, nos parece muchísimo. Pero las matemáticas sorprenden siempre y, si a esa cantidad le sacamos la raíz cúbica para saber cuánto mediría un supercubo de oro, el resultado es menos sorprendente. La raíz cúbica de 165 millones de centímetros cúbicos es, aproximadamente, 550 centímetros. O, lo que es lo mismo, 5 metros y medio.

Imagínese un cubo de oro de 5, 5 metros de alto, por 5,5 metros de ancho, por 5,5 metros de profundo.

Visualícese a usted mismo en un parque junto a un cubo de oro de esas dimensiones. ¿Verdad que no le parece tan grande? De hecho, cabría en cualquier rotonda. Menos de 6 metros de alto, menos de 6 metros de largo, menos de 6 metros de profundo.

Ese cubo, y solamente ese cubo, es lo máximo que puede comprarse el hombre más rico del planeta. ¿Verdad que usted se imaginaba una montaña de oro? Pues no. Solamente ese dado grande que cabría en cualquier rotonda. ¿A qué se siente usted ya menos pobre comparado con Bill Gates y Amancio Ortega? Un abrazo, y pase usted un buen día.