LA RETRIBUCIÓN DE TORRA

Subirse el sueldo

Igual cuando se cumplan los atrasos vuelve a bajarse el sueldo el presidente de turno

Quim Torra y Carles Puigdemont, en la rueda de prensa que dieron en Bruselas, el pasado 28 de julio.

Quim Torra y Carles Puigdemont, en la rueda de prensa que dieron en Bruselas, el pasado 28 de julio.

Javier Pérez Andújar

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El presidente de la república se ha subido el sueldo pero no simbólicamente sino como presidente autonómico. La realidad es un barco que llega de La Habana cargado de palabras que empiezan todas por la misma letra. El caso es que el presidente Torra ha aclarado que los 7.000 euros anuales que va a cobrar más que su predecesor, el también actual presidente de la república Carles Puigdemont (en ese barco de La Habana venía el camarote de los Marx), los obtendrá de atrasos y los repartirá entre asociaciones benéficas. Igual cuando se cumplan los atrasos vuelve a bajarse el sueldo el presidente de turno. Al marxismo del 'Capital' le ha sucedido el marxismo de camarote, que no es el mismo que el marxismo de camarilla. El marxismo de camarote tiene que ver con la superpoblación. Debajo de todo marxista vive un optimista convencido de que en la vida hay sitio para todos. Basta con ver toda la gente que se mete en el camarote de 'Una noche en la ópera'.

–Y también dos huevos duros.

La ciencia ficción significa lo contrario, se trata de un género pesimista. En ese aspecto me siento un marxista de ciencia ficción. Desde la ciencia ficción, la superpoblación es el precipicio que nos espera a título individual (al igual que en el marxismo, hay una ciencia ficción sociológica y otra moral, de la persona). Ahí está 'Cuando el destino nos alcance', la desoladora película sobre la sobrepoblación, la escasez de comida y la contaminación, y para mayor melancolía, la última que rodó Edward G. Robinson, donde representa su muerte. En castellano tiene un título moral, pero en inglés lo tomaba del nombre de una funesta marca de alimento, 'Soylent Green'. El título de la novela de Harrison en la que se basaba, '¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!', apuntaba a la sociología. Desde el Concilio de Trento, España es un país moral donde la única ficción tolerada es la existencia del destino. Un país de símbolos. Los símbolos son un sucedáneo de la ficción. Detrás de todo símbolo hay un aumento de sueldo.