¿Saldrá fumata blanca el 9 de julio?

Torra maximaliza sus posiciones; puede que sea inevitable para llegar luego a algún acuerdo

Pedro Sánchez y Quim Torra, el pasado 22 de junio, en Tarragona.

Pedro Sánchez y Quim Torra, el pasado 22 de junio, en Tarragona.

Joan Tapia

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Tras la formación del Gobierno de Pedro Sánchez ha bajado la tensión. Una muy reciente encuesta revela que más del 50% de los catalanes tienen buena opinión del nuevo Ejecutivo y que casi el 80% cree que el acercamiento de los presos -al que el Gobierno parece dispuesto- sería un gesto que ayudaría a la negociación. Pero para no malbaratar el cambio de clima, la próxima reunión entre Sánchez y Quim Torra del 9 de julio debería permitir algún avance.

¿Será así? No es fácil porque las posiciones de partida son incompatibles. Sánchez ofrece diálogo dentro de la Constitución y el separatismo sigue fantaseando con la ruptura. Ahí están las recientes y no siempre coherentes afirmaciones de Torra sobre la vigencia del referéndum del 1 de octubre, la idea de seguir haciendo república, e incluso la de lograr otro 1 de octubre. Esta última, tan estrambótica que provoca un agudo desánimo. Un sensato y próspero abogado, antiguo compañero de facultad, estaba ayer tan rebotado que me gritó en plena calle Balmes que había que encerrar a Torra, no en la cárcel o en una clínica psiquiátrica, sino en el zoológico. Y se negó a escucharme.

El hartazgo tiene sus razones, la sociedad está muy polarizada y el próximo juicio por rebelión contra unos políticos "que jugaban al póker e iban de farol" (definición de la exiliada Clara Ponsatí) no ayuda ni a serenar los ánimos ni a que el independentismo -que, no se debe olvidar, revalidó su mayoría el 21-D- se incline al camino de revisión. Incluso Joan Tardà, que en las últimas semanas decía cosas muy razonables, proclama ahora -ERC está a las puertas de un congreso- que la negativa del PSOE a una moción de ERC sobre una negociación sin condiciones era algo irreparable. Y ERC ha vuelto a sacar a Gabriel Rufián, su Robespierre habitual, para exigir a Sánchez que guillotinara al PSC, el "policía malo", y a los "'hooligans'" Josep Borrell Meritxell Batet. Pero lo cierto es que Miquel Iceta -un simple presidente del segundo grupo de la oposición- se ha reunido en Bruselas con las máximas autoridades de la Comisión, cosa que no ha podido hacer ningún presidente de la Generalitat desde Artur Mas.

La comisión bilateral

Pero vayamos al grano. Torra nombró 'consellers' presos o exilados y luego -la fuerza de la gravedad- los retiró a cambio, eso sí, de presentar una querella contra Mariano Rajoy. Un vocero de Torra dijo el pasado viernes por la mañana que no iría a la inauguración de los Juegos del Mediterráneo y por la tarde fue y entregó a Felipe VI -con el que, mientras, había roto relaciones- un libro de fotografías. En esta lógica es comprensible que ahora hable del 1 de octubre y de un referéndum pactado, que ya es otra cosa. Lo relevante será si del 9 de julio, entre muchos desencuentros, habrá acuerdo para que la comisión bilateral Generalitat-Estado, que no se reúne desde el 2012, vuelve a hacerlo para negociar las 42 demandas (de las 43) que Carles Puigdemont planteó a RajoyTorra tiene la palabra y la responsabilidad. Es, pese a su barroquismo, el presidente legal y electo de Catalunya.