Pequeño observatorio

¿Nos destruirá una gran catarata?

Ignorante como soy, me maravillan los científicos que trabajan para descubrir aquello tan lejano que no parece descubrible

Josep Maria Espinàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En este diario se ha publicado en letras muy visibles este titular: 'Los geológos hallan indicios de una catarata en el Mediterráneo'. Pero nada tiene que ver con la bella cascada que recuerdo haber visto en el parque de la Ciutadella de Barcelona. Supongo que todavía se encuentra allí, porque un catarata, aunque sea modesta, resulta un hecho atractivo y más bien exótico para nosotros, los ciudadanos.

Hace años fui a ver una catarata que era un espacio de frontera entre Canadá y Estados Unidos, si no me equivoco. Me puse una especie de impermeable y junto con otros cuantos turistas navegamos hasta el punto en el que el agua que caía desde lo alto del barranco era una pequeña lluvia.

No tenía nada que ver con lo que explica Michele Cantazaro: 'Los geólogos hallan indicios de una catarata en el Mediterráneo. Una inundación habría llenado el Mare Nostrum hace cinco millones de años'. E incluso más: 'Al llegar al estrecho de Sicilia, el agua habría formado un salto de un kilómetro y medio'. Merece la pena precisarlo: ¡de altura!

Y se produjo una inundación. Pero no haré aquí la lista de los científicos que han explorado los cambios geológicos de nuestro planeta, a menudo catastróficos. Los humanos de hoy en día no sabemos nada. Por ejemplo, de las fenomenales inundaciones, enormes inundaciones que en épocas remotas cubrieron el Mediterráneo.

Ignorante como soy, siempre me han maravillado los científicos que trabajan para descubrir aquello tan lejano que no parece descubrible. Vemos cómo el mar hace de mar, las ciudades hacen de ciudades, el Sol y la Luna continúan ejerciendo sus papeles. Si el Mare Nostrum ya ha cumplido millones de años, no tenemos que pensar que el verano que viene las playas habrán desaparecido. Lo que quizá habrá disminuido es el espacio para bañarse. 

Bañarse en el mar es, hoy, un ejercicio seguramente saludable. Tomar unas pequeñas precauciones resulta fácil. En el horizonte no hay ninguna catástrofe planetaria. Sin embargo, admiro a los expertos que saben relacionar el pasado con el futuro del planeta humano.

A mí ya me cuesta intuir qué me pasará la semana que viene.