LA CLAVE
El problema es la vivienda
En Ámsterdam la llegada de turistas y expatriados no ha tensionado el mercado de la vivienda porque el 50% del parque de pisos es social, mientras en Barcelona es un 2%
Prostitutas exhibidas en escaparates y una amplia oferta de drogas legales a la carta fueron durante años los únicos reclamos para visitar Ámsterdam. El tránsito desde el distrito rojo hacia una urbe innovadora, repleta de turistas y atractiva para las inversiones de multinacionales no se ha producido por generación espontánea. La ciudad holandesa decidió hace más de una década aliarse con los ayuntamientos cercanos y el sector empresarial para crear una área metropolitana que bajo la marca Ámsterdam se promocionara de forma conjunta en todo el mundo.
Geerte Udo, la directora de la agencia de promoción Amsterdam Marketing, dio una conferencia en Barcelona hace unos días invitada por el lobi Barcelona Global en la que explicaba que la creación del área metropolitana y el uso de la tecnología han permitido descongestionar el centro de la ciudad y redireccionar los flujos de turistas e inversores a otras áreas, a la vez que se cerraban acuerdos con Airbnb y se acordaba una moratoria de apertura de hoteles en el centro.
Ámsterdam cuenta con dos ventajas que, de entrada, Barcelona no tiene. Sus habitantes hablan inglés perfecto y la fiscalidad del país para los holdings se asemeja a la de un paraíso fiscal. Sin embargo, Holanda comprendió que esto no era suficiente para atraer capital extranjero y crear empleos cualificados. Para ellos, promocionar el turismo y la marca Ámsterdam asociada a innovación, diseño y creatividad es la puerta de entrada a los inversores. Ámsterdam no quiere ser una ciudad turística, como Venecia, si no una ciudad que, además de muchas otras cosas, tiene turismo, como Londres o París. Recientemente, ha ganado la sede de la agencia europea del medicamento.
Sorprende, por contraste, el simplismo con el se analiza el turismo en Barcelona en términos de bueno o malo. La marca Barcelona tiene el poder de atraer negocios. Pero es necesaria la unidad de acción entre políticos y empresarios y la gestión de los daños que causa la llegada de visitantes y expatriados. En Ámsterdam el problema principal lo tienen resuelto, un 50% de la vivienda es social. Mientras que en Barcelona no llega al 2%. Otra liga.
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