AL CONTADO
La huelga que abre una brecha
Resulta incomprensible que aún haya quien prefiere frenar el desarollo laboral y profesional de la mitad de la humanidad
Agustí Sala
Redactor jefe de Economía
Además de El Periódico, trabajé de 1989 a 1990 en La Economía 16, como responsable de Economía en el Diari de Barcelona, de 1989 a 1990; en la sección de Economía de TVE Catalunya de 1987 a 1989, en Antena 3 de Radio, de 1985 a 1987 y en el Diari Menorca, de 1983 a 1985 y Radio 80-Menorca. Además la licenciatura en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona (1992-1986), tengo un posgrado en dirección general (PDG) 2011-2012y un curso de Márketing Digital y Redes Sociales por la EAE Business School
Agustí Sala
De "un antes y un después" hablaban los sindicatos convocantes de los paros del 8 de marzo (8-M) 8 de marzo8-M, CCOO y UGT, en defensa de los derechos de las mujeres y la igualdad de oportunidades con respecto a los hombres. El tiempo dirá si se trata de expresiones huecas o si realmente ha calado en la sociedad la conciencia de que existe un problema.
Lo hay. Eso creo que nadie puede negarlo. Y se traduce en unos salarios que para las mujeres en su conjunto son inferiores que los de los hombres. No es que se cobre menos por el mismo trabajo -eso está complemente prohibido-, sino que una serie de circunstancias hacen que las trabajadoras acaben embolsándose menos dinero que sus compañeros.
Complementos y pluses ligados a actividades más masculinizadas, de los que carecen otras más feminizadas constituyen un claro ejemplo de la discriminación. Unas veces por circunstancias que solo movimientos de protesta pueden acabar cambiando y otras veces por frenos en la carrera profesional, forzados o autoimpuestos (el famoso techo de cristal techo de cristal), dan como resultado diferencias que a veces pueden resultar enormes y que se trasladan también a las pensiones (menor ingreso supenor menor cotización y, por tanto, menor prestación).
Protesta sin precedentes
No es solo un problema español sino global, como demuestra la generalización de las protestas en todo el planeta durante el Día de la Mujer Trabajadora. Para la ONU el diferencial que existe a escala global entre los salarios de los hombres y de las mujeres, del 23%, constituye "el mayor robo de la historia".
No es para menos. Por eso no extraña que el descontento se haya traducido en una jornada de protestas sin precedentes. Es una queja transversal por una serie de circunstancias que afectan a las mujeres por el mero hecho de serlo. Tratar de convertir la defensa de la igualdad de oportunidades en algo ligado a una ideología u otra es una gigantesco error, por no decir una aberración.
Aunque es cierto que en los últimos años se ha avanzado (¡faltaría más!), no hay aun motivos para el conformismo. Se ha producido un verdadero avance en la incorporación de la mujer al mercado laboral en los últimos años, pero queda camino aún. Mucho.
Gusten o no, los postulados feministas despiertan las conciencias. Y es que resulta incomprensible que aún haya quien prefiera frenar el desarrollo laboral y profesional de la mitad de la humanidad. De ahí que con el 8-M se puede haber contribuido a cerrar una brecha, la salarial, y a abrir otra hacia reformas que mejorarán la sociedad, como ha sucedido con muchos de los avances impulsados de abajo hacia arriba.
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