LA VIOLENCIA MACHISTA
Una vuelta a casa tranquila
Somos una molestia para la sociedad, que no sabe ya cómo justificar su cultura de la violación, su violencia verbal y física contra las mujeres, su misoginia. Nunca habremos hecho suficiente para merecer una vuelta a casa tranquila
Somos una molestia. Depende de la ropa que llevemos, así nos van a juzgar. Si rehacemos nuestra vida, como la chica de San Fermín, podrá ser utilizado en nuestra contra. Si no nos negamos, es que a lo mejor nos estaba gustando tanto como a ellos —bárbaros. Si denunciamos, debemos tener en cuenta las denuncias falsas. Si no denunciamos, somos sospechosas. Si hay una orden de alejamiento y volvemos a casa, la culpa es exclusivamente nuestra. Si nos negamos a ser violadas, agredidas, violentadas, si nos envalentonamos... nos matan.
En cualquier caso, somos una molestia para la sociedad, que no sabe ya cómo justificar su cultura de la violación, su violencia verbal y física contra las mujeres, su misoginia. Nunca habremos hecho suficiente para merecer una vuelta a casa tranquila. Seguimos cosificando el cuerpo de las mujeres, con escenas de sumisión total en portadas. Seguimos alertando a las madres de que si su hija bebe, podrán abusar de ella. Seguimos mandándonos mensajes al llegar a casa, seguimos advirtiendo a las nuevas generaciones del riesgo que comporta ser mujer.
El trabajo es, sí, sobre todo, comunitario. Y es un trabajo que interpela a los hombres. Cuando dejen de sentirse atacados, cuando dejen de defenderse de las generalizaciones, cuando dejen de estar más preocupados por sí mismos y por ser señalados que por la muerte de tantas mujeres por el hecho de ser mujeres, podremos avanzar. No, ya lo sabemos, ya sabemos que no todos los hombres violan, agreden y matan. ¿Sabéis vosotros, los hombres, los miedos que pasamos, qué nos preocupa, cuáles son los comentarios que hacéis que nos violentan, qué incómodos son los matices de la mayoría de sentencias?
El feminismo no es exclusivo de las mujeres, aunque de momento parece que le preocupa a pocos hombres porque sería como asumir cierta culpa. No pasa nada, las mujeres no somos feministas por haber nacido mujeres. Y también hemos tenido que asumir ciertas culpas. Y nuestras madres, y nuestras abuelas.
Diana Quer, igual que las víctimas de los Sanfermines y tantas otras, fue juzgada por una sociedad machista y cobarde. Lo supimos todo de ella, menos que había muerto rebelándose. A partir de ahora, cuando una mujer sea violada y no se niegue por miedo, ¿cuántos de nosotros la señalaremos?
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