Pulso independentista
El 'Titanic' tiene salvación
Este 155 blando con elecciones en el plazo más corto posible es una segunda oportunidad para el diálogo
Ramón Lobo
Periodista
Periodista
RAMÓN LOBO
Hemos entrado en un territorio que tiene ver con nuestro pasado más violento, con nuestra incapacidad de entender y respetar al otro. Muchos miembros del Gobierno central no han leído El arte de la guerra, de Sun Tzu. Y era fácil: está traducido. Recomienda dejar una salida al enemigo para no forzarlo a luchar hasta la muerte. Al parecer, Mariano Rajoy ha oído algo sobre el asunto.
En el Senado ha ganado la pulsión autoritaria, el "aquí mando yo", el "este se va a enterar de con quien está hablando". Los legisladores del PP tienden al aplauso entusiasta en los momentos de más dolor. La última vez en el 2003, antes de la guerra en Irak que aún pagan los iraquís y los sirios, y nosotros en cada atentado yihadista en nuestras calles.
Parafernalia independentista
El Govern ha perdido en 24 horas de caos su gran baza del relato exterior al que tanto dinero y esfuerzo ha dedicado. Ha quedado desnudo. Solo cuenta con la parafernalia independentista que se mueve como un reloj, sea en la calle o con los alcaldes. Se busca tanto la foto que se olvidaron del contenido, y de la gente, de todos los catalanes. En la proa aún se escuchan los vítores y en la popa, los himnos. Todos parecen felices a bordo del Titanic.
El president ha sido incapaz de salir al balcón y decir "no hay tierra prometida, solo un gran precipicio". Le ha faltado coraje. Ha preferido el suicidio colectivo que el bochorno personal. El problema de esta inmolación catalano-española es que todos estamos a bordo.
Puigdemont se ha visto atrapado entre fuerzas. Los 'realos', por seguir la terminología de Los Verdes alemanes, y los utópicos. Los primeros son los que sin renunciar al sueño de la independencia querían pausar la carrera, tomar aire, contar las fuerzas. Los segundos son los que de tanto repetir el cuento acabaron por creer en la existencia de las hadas. La primera mentira es que la DUI es la independencia. Estamos igual, solo con más grandilocuencia en el ambiente.
Banderas y corrupción
El canto de Els Segadors no tapará la realidad: empresas que se van, ausencia de apoyos internacionales y que una eventual salida de la UE supondría un desastre económico. Lo mismo sucede con las banderas españolas: no tapan la corrupción masiva. Tras un día sombrío, Rajoy ha vuelto a sorprender, tal vez presionado por los socialistas y por sus socios de la UE, y ha optado por un 155 blando, con una duración corta y elecciones el 21 de diciembre, las que no se atrevió a convocar Puigdemont.
¿Cómo se van a aplicar las destituciones? ¿Qué sucede si los consellers se niegan a dimitir y el Parlament rechaza su disolución? ¿Boicotearán las elecciones? Se da por seguro que habrá desobediencia civil, miles de personas protegiendo las instituciones y huelgas.
Dos bombas nucleares
Ya estamos en zona casi radioactiva con las dos bombas nucleares sobre la mesa, el 155 y la DUI, aún sin explotar. Este 155 blando con elecciones en el plazo más corto posible es una segunda oportunidad para el diálogo. ¡Aprovéchenla!
Este domingo, a mediodía, habrá concentraciones ante los ayuntamientos del movimiento Parlem-Hablemos. De blanco, sin banderas. Si no son masivas perderemos el derecho a la queja.
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