Palabras al margen

JORDI PUNTÍ

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Hace unos días un amigo estuvo en a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión del paseo de Gràcia y, hojeando libros, encontró un ejemplar de unos cuentos que escribí hace años. Lo compró y me lo regaló. Supongo que puse cara de no entender nada, porque me dijo: “Toma, bienvenido al fascinante mundo de la marginalia. Ábrelo”. El interior del libro estaba subrayado y anotado por un lector desconocido. Cada tres o cuatro páginas había una palabra destacada, una frase. A veces solo se veía un signo de exclamación al margen, o un interrogante que abarcaba todo un párrafo y me dejaba intrigado. También se leían anotaciones breves, a menudo de tipo lingüístico. Me hizo gracia, claro, y pensé en los libros que yo he leído y subrayado, en lo que diría el autor si los pudiera ver, y entonces me di cuenta de que ocurre como con los sueños: te gustan los tuyos, y aún, pero es difícil aguantar los de los demás.

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A pesar de todo, las anotaciones en los márgenes de otras personas también resultan atractivas porque están a medio camino del chisme y la erudición. Puede haber lectores atentos que enriquezcan la lectura con sus observaciones a lápiz. Una vez tuve en las manos la famosa edición de 'La metamorfosis' de Kafka, propiedad de Vladimir Nabokov. (Se puede ver la primera página en la edición de su 'Curso de literatura europea'.) Las notas y dibujos de Nabokov añadían sentido al texto de Kafka, y los comentarios de Vera añadían sentido a las notas de su marido. En los últimos años, la mitomanía alrededor de David Foster Wallace también ha popularizado sus notas de lectura. Así, el centro Harry Ransom de Austin, Texas, que tiene la propiedad del fondo del escritor, muestra en su web algunos títulos que DFW subrayó: obras de Don Delillo, Borges, John Updike o Cynthia Ozick. Uno ve todas esas notas a mano, en rotulador, y le gustaría cotejarlas con el texto original. Es un doble nivel de lectura que sería demasiado costoso y complejo de trasladar a una edición en papel, pero que sí sería factible en formato digital. Es una idea. Así por fin sabríamos qué hacer con los ebooks...