CONTRAPUNTO
El engaño de los Presupuestos y sus costes
Las rebajas fiscales electoralistas del PP pasan factura
Salvador Sabrià
Periodista
SALVADOR SABRIÀ / BARCELONA
Cuando el Gobierno de Mariano Rajoy elaboró los Presupuestos del Estado del 2016 y cuando aceleró sus rebajas fiscales con el argumento de que ya había llegado la recuperación económica, seguramente no pensaba que España podría necesitar más de un año para poder formar un nuevo Ejecutivo de acuerdo con los resultados de las elecciones generales. La jugada de la rebaja fiscal era, como se está viendo ahora, un arma de doble filo. Si conseguía convertirse en un argumento potente a favor del PP que le permitiese ganar las elecciones, después ya habría tiempo durante los cuatro años de la nueva legislatura para enmendar los errores de cálculo, o el engaño calculado. Si Rajoy perdía las elecciones, o era incapaz de formar mayorías parlamentarias para apoyar a un nuevo Gobierno, el marrón del descuadre de las cuentas se lo comería el candidato alternativo, que, además aparecería como el dirigente que volvería a aumentar los impuestos.
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Pero en este caso, el tiempo ha jugado en contra del equipo económico de Rajoy y cada día queda más en evidencia que ni los Presupuestos del 2016 se ajustaban a cálculos reales de la economía española, ni era el momento para una rebaja fiscal cuando el déficit público continúa desbocado.
Varias noticias de estos últimos días dejan aún más al descubierto el engaño de Rajoy con su “ejercicio de responsabilidad” al aprobar los Presupuestos del 2016 que debería aplicar otro Gobierno. El Banco de España acaba de advertir de que el déficit público rozará el 5% del PIB este año, muy por encima del objetivo que se marcó el Ejecutivo en las cuentas del 2016, en las que lo situó en el 2,8%. Detrás de estos fríos porcentajes se esconde la patata caliente de tener que hacer esfuerzos adicionales, entiéndase recortes de un tipo u otro, por un valor de unos 10.000 millones de euros por cada punto de desviación.
La Comisión Europea ha ido ofreciendo una suerte de prórrogas a España para que cumpla las obligaciones que asumió de control de su déficit, pero de nuevo el tiempo está jugando en contra de Rajoy y cada día que pasa se constatan mejor las trampas en sus cálculos y a Bruselas le quedan menos argumentos para evitar o aplazar una sanción.
La primera será, posiblemente, la suspensión de los fondos estructurales que recibe España, que permiten financiar inversiones, y que en esta ocasión pueden alcanzar la cifra de 1.200 millones de euros. Será una medida de carácter temporal, pero políticamente tiene su importancia. Aunque tendría mucha más si frente al PP hubiese una alternativa y este fin de semana ha quedado claro que, en este caso, va a ser que no.
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