Al contrataque
Reconocer sin conocer
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
El ejecutivo aparentaba unos 45 años. Piel bronceada, ojos claros, educado y amable, se me acercaba desde el otro lado de la mesa, inquiriéndome. Madrileño y merengue hasta la última nata, acortaba distancias. Había dejado de mirar al plato. «Pues yo no sé qué votar. O PP, o PSOE, o Ciudadanos, aún no lo tengo decidido; tampoco son tan distintos. No deberían de hacer campaña, si, total, es lo mismo de antes. Oye, y tú que eres periodista, Albert Rivera, que es catalán, ¿por qué no triunfa en Catalunya? Y aquí, perdona, eso de la independencia, ¿genera discusiones agrias entre vosotros? Quiero decir, que si el ambiente está feo. Pero da miedo, eh, y yo no acabo de entender porque os queréis marchar. Bueno, ya sé que solo algunos, pero son muchos. Luego dicen que no es contra España, pero yo, qué quieres que te diga, chica, a mí no me gusta. Yo no quiero que nadie se vaya. A mí me gusta estar aquí, comiendo caracoles, en Lérida o Lleida, da lo mismo, como queráis, pero que me entiendan y me hablen en castellano».
El hombre, de viaje de negocios de Madrid a Barcelona, había dormido en Zaragoza. A su lado, una compañera. «Pues yo, en catalán, si no hablan muy deprisa, algunas palabras las cazo. De pequeña veraneaba en Mallorca, con una tía mía, hermana de mi madre. Íbamos todos los años. El mallorquín y el catalán se parecen; y el valenciano, también. Bueno, yo diría que el valenciano y el catalán son más parecidos. Tienen muchas palabras iguales», remató. Feliz, los veranos cálidos de su niñez por un instante se habían asomado a la conversación.
ENTRE 'CARGOLS'
Andaba yo argumentando analogías y diferencias entre partidos catalanes, como introducción al tema, vislumbrando con regocijo el momento de llegar a los matices, cuando el primero, el de ojos azules, va y suelta: «Pues yo no entiendo, por qué Unió, al separarse de Convergència, se ha quedado sin votos. Yo esperaba que toda la gente normal, los convergentes, se pasarían a Unió, fíjate tú».
De veras, el hombre tenía interés en entender lo que no entendía. Experimenté una doble sensación: estaba segura de que si intentaba cualquier explicación, nunca acertaría a precisar el detalle adecuado a ese foro, y el exceso sería hiriente. Pero, por otra parte, si me inhibía haciéndome la distraída mientras salseaba esos excelentes y humeantes moluscos gasterópodos 'a la llauna' ', flaco favor haría al entendimiento de gentes y pueblos. Hilvané ideas, tomé aire dispuesta a librar esa batalla conmigo misma, cuando como una nube se me apareció, gaseoso, el recuerdo de Felipe González. Entonaba algo parecido a un mea culpa en relación a los catalanes y la Transición: «Les reconocimos pero no les conocimos», dijo. Pues en esas continuamos estando.
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