Los símbolos y el soberanismo

Las lecciones del caso de las 'estelades'

En Madrid deben tomar nota de que el independentismo no se puede apaciguar con el abuso del derecho

'Estelades' en el Camp Nou

'Estelades' en el Camp Nou / periodico

SERGI BLÀZQUEZ

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Después de que la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, anunciara la prohibición de entrar banderas 'estelades' en el estadio Vicente Calderón en la final de la Copa del Rey, la sorpresa para muchos catalanes fue mayúscula. Nunca hasta ese momento se había prohibido la 'estelada' en un recinto deportivo, y ahora se justificaba prohibición equiparándola a una bandera nazi, racista o de una organización terrorista como Estado Islámico. La decisión tenía una intencionalidad claramente política y no se justificaba por ningún razonamiento jurídico ni legal.

Todo lo que sucedió en las horas previas al partido fue más propio de un sainete de país de pandereta que de un Estado con cultura democrática sólida, y nos ha servido para constatar varias cosas. La primera, que hay una tendencia creciente por parte de los representantes políticos a intentar prohibir lo que no les gusta. Y para ello esgrimen normativas o leyes de manera forzada y torpe.

INTERPRETAR LAS LEYES

Los que nos dedicamos al mundo del derecho nos echamos las manos a la cabeza ante este intento sistemático de manipular la interpretación de las leyes por parte de los gobernantes políticos, que son, precisamente, los que deberían respetarlas más porque son los que las deben hacer cumplir.

La segunda lección que nos deja el despropósito del intento de prohibir las banderas 'estelades' es que en la justicia española no está todo perdido, que todavía hay jueces -la mayoría, por suerte- que mantienen inalterable su criterio objetivo por encima de las venganzas políticas de las delegadas del Gobierno de turno.

La decisión del magistrado del Juzgado de lo Contencioso número 11 de Madrid dos días antes del partido, bajo una enorme presión política y mediática, no era nada fácil. Con una celeridad digna de elogio, el juez admitió a trámite el recurso de la asociación de juristas Drets y finalmente decidió que aceptaba las medidas cautelares que pedíamos, lo que suponía levantar la prohibición dejando a la delegada en evidencia y en la cuerda floja. Aunque en un país normal un caso como este habría obligado a dimitir -o a destituir- al representante institucional que la hubiera protagonizado, ya se sabe que en España los verbos 'dimitir' y 'cesar' no se conjugan muy a menudo, por no decir nunca.

LOS DERECHOS

Otro aprendizaje del caso de las 'estelades' ha sido descubrir hasta qué punto es vital en un país democrático que haya una sociedad civil organizada dispuesta a luchar por los derechos colectivos, por los derechos fundamentales, los derechos del conjunto de la ciudadanía. Hay momentos en la vida en que, ante el abuso y las injusticias por parte de quien ostenta el poder, la reacción de la sociedad civil no solo es un derecho sino que es necesaria e incluso obligatoria.

Sí, había una conciencia generalizada de que estábamos ante un abuso, de que se estaba coartando la libertad de expresión de miles de ciudadanos, de que se estaba produciendo, en definitiva, una grave vulneración de derechos fundamentales protegidos en la Constitución Española y en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que debían ser protegidos y defendidos.

Pero además de ser conscientes de eso, alguien tenía que canalizar jurídicamente ese clamor, y es por eso que los abogados voluntarios de la asociación de juristas Drets, una entidad que se financia exclusivamente a través de campañas de micromecenazgo ciudadano, pasamos a la acción para detener esta violación de derechos fundamentales presentando un recurso contencioso administrativo. Una acción de la sociedad civil en el frente judicial que propició que el episodio de las estelades haya acabado siendo una historia de éxito.

LA BANDERA DE LA DEMOCRACIA

Y finalmente, la última gran lección nos la dejaron los aficionados del Barça y los ciudadanos que llenaron el Vicente Calderón para asistir a la final de la Copa del Rey. Entraron con 'estelades' y no hubo ni un solo incidente. La 'estelada' fue, aquella noche, la bandera de la victoria del derecho, de la libertad de expresión, del pluralismo y, en definitiva, de la democracia.

Lo más paradójico de todo es que, por primera vez en la historia, esa noche del 22 de mayo la bandera 'estelada' podía ondear blindada por ley, amparada por la ley española. Y esta es la última lección de este caso, una lección de la que deberían tomar nota la delegada Dancausa y aquellos representados de la capital del reino que piensan que con el abuso del derecho podrán apaciguar el sentimiento independentista; convendría que supieran que lo que consiguen es el efecto contrario al que buscan. Políticos, hagan política y, por favor, dejen al derecho en paz.