Lealtad
¿Junqueras puede ser leal a Puigdemont sin traicionar el ideario de ERC?
La lealtad es un concepto tan abstracto que ni siquiera existe un consenso sobre si hay que circunscribirlo al campo de las relaciones personales o puede ampliarse al de las ideas. Si aceptamos que ambas pueden coexistir, surge otra duda. ¿La personal y la ideológica tienen que ser siempre compatibles? Tal vez en la teoría debería ser así y en una práctica ortodoxa de la política a buen seguro que también. Pero la experiencia demuestra que a menudo son contradictorias.
Vayamos a ejemplos concretos. ¿Oriol Junqueras puede ser leal a Carles Puigdemont, en tanto que presidente de la Generalitat, sin traicionar sus ideales de izquierdas? Y si se anteponen las ideas a las personas, ¿Ada Colau puede ser leal a sus principios y a la vez pactar con el PSC? La duda no debería ofender a nadie puesto que el debate existe, más allá de legítimas estrategias electoralistas o necesidades aritméticas. Ciertamente no es fácil dar con la respuesta (si es que la hay).
Estos son dos casos evidentes, pero no los únicos en los que surgen interrogantes. ¿Cuando Convergència, después de votar a favor de una declaración en el Parlament en la que defendía la desobediencia, se niega a hacerlo, está siendo también desleal? ¿Cuándo la CUP se aviene a sustentar un gobierno presidido por CDC traiciona en alguna manera su ideario anticapitalista? Todos, Puigdemont, Junqueras, Colau, Collboni y la CUP, tienen sus razones para actuar cómo lo hacen. Todas legítimas y quienes deberán juzgarlos en su momento serán los electores.
DOBLE VARA
Eso sí, una cosa es exigir que nuestros representantes sean congruentes y otra es estar todo el día mirándoles por encima del hombro. Porque a menudo se reprocha a los políticos que actúen con poca coherencia y olvidamos que muchos más de un día tampoco pasaríamos un examen de integridad. El debate sobre la gestión tributaria es un ejemplo. A priori, bajar impuestos es una buena medida. Lo que no sirve es criticar al PP por considerar que se trata de un caramelo electoralista de Mariano Rajoy y, por el contrario, felicitarse de que lo proponga Junqueras porque se supone que su único propósito es el de ayudar a las rentas más bajas. Si el debate es el de subir los impuestos a los que más tienen tampoco parece muy coherente felicitarse por la medida y saber ya de antemano que unos miles de esos contribuyentes ‘desaparecerán’ sin que se haya hecho nada para evitar que acaben tributando en la Comunidad de Madrid. ¿No hay manera de controlar esa fuga?
Dicen que la lealtad nace de la confianza.Tal vez ahí yace el origen de todas las preguntas y se intuye alguna de las respuestas. La desconfianza entre convergentes y republicanos, la de 'colauistas' y ERC, la de CDC y la CUP. Y una mucho más preocupante: la de muchos contribuyentes en sus gobernantes.
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