El primer gran incendio del verano

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El primer gran incendio de la temporada de verano en Catalunya se ceba en la zona de Òdena. Las llamas se expandieron a gran velocidad y con mucha violencia gracias al viento, que llegó a soplar por encima de los 40 km/h, y a unos niveles muy altos de humedad. Las extremas temperaturas que hemos sufrido en los meses de junio y julio y la escasez de lluvia  ya habían puesto en alerta a Protecció Civil, dado que la sequedad del monte lo convertía en un polvorín, como por desgracia ha sucedido en el Anoia y el Bages. Ya a finales de mayo, cuando se presentó la campaña antiincendios, la Conselleria d'Interior alertó de que la combinación de un invierno húmedo y una primavera muy seca (este año ha llovido menos del 50% de la media en gran parte de Catalunya) hacía temer que este verano podría haber grandes incendios. Desde entonces, la meteorología no ha ayudado: apenas ha llovido y las temperaturas han sido muy altas, con varias olas de calor.

Plantear ahora las causas del incendio de Òdena, que anoche seguía descontrolado, es prematuro. Como siempre, el foco deberá ponerse en las tareas de prevención, en el estado del monte -la limpieza de los bosques sigue pendiente en Catalunya- y en los recursos de los cuerpos de extinción, que no se han recuperado de los recortes de hace tres años. Interior ya alertaba de que este verano veríamos algún incendio de alrededor de 500 hectáreas. El primero ha sucedido en Òdena y ayer ya había quemado el doble, 1.000.