Análisis
Diversidad estilística y temática
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
QUIM CASAS
Pocas son las directoras que inauguran los festivales internacionales de mayor prestigio. No es algo habitual pese a la ya abultada nómina de interesantes o excelentes mujeres cineastas. Con todo, Berlín no es un certamen nuevo para Isabel Coixet: ya compitió en 2003 con Mi vida sin mí y en 2008 con Elegy, dos de sus películas con reparto internacional. Escuchando al juez Garzón (2011), su entrevista al ex juez de la Audiencia Nacional galardonado con el Goya al mejor documental, también participó en una sección paralela del certamen alemán. Y si no es Berlín, es Cannes, donde presentó Mapa de los sonidos de Tokio (2009); o Roma, donde concursó con su de momento única aproximación al género de terror, Mi otro yo (2013); o San Sebastián, donde se estrenó uno de sus muchos documentales, Aral, el mar perdido (2010).
Porque la trayectoria de Coixet, bendecida o no en los festivales o en los Goya, se ha convertido con el paso de los años en un espacio en el que tiene cabida todo tipo de historias, tendencias, géneros y formas de trabajo. Procedente de la publicidad, esta «marca de fábrica» se ha notado muy esporádicamente en su registro como cineasta. La disparidad de temas y estilos con los que ha afrontado sus películas han ayudado, igualmente, a rehuir el encasillamiento. Algunos filmes se parecen más en lo emocional que en lo estético, caso de Mi vida sin mí y La vida secreta de las palabras (2005), más allá de contar ambos con la luminosa Sarah Polley, actriz que en algunas de sus cintas como directora (Take this waltz), ha dejado clara la influencia que sobre su trabajo ha tenido Isabel Coixet.
Pero la forma de encarar las relaciones afectivas por parte de la directora no tiene nada que ver entre Mapa de los sonidos de Tokio o Elegy, esta última una contenida adaptación de El animal moribundo de Philip Roth. O entre cualquiera de estas dos películas y A los que aman (1998), un drama de romances y esgrima ambientado en el siglo XVIII, y Ayer no termina nunca (2013), un relato sobre el reencuentro de una pareja que es en realidad la radiografía de una España sin trabajo ni espectativas en un inminente futuro.
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