La clave
Mas ya tiene su respuesta
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
«Porque, si haciéndolo democráticamente, en ausencia de violencia, respetando las leyes y la Constitución y casi por unanimidad, ustedes se negasen a aceptarlo, ¿cómo sugieren ustedes que lo hagamos en el futuro?» Formulaba Artur Mas esta pregunta retórica el 2 de noviembre del 2005, al presentar en el Congreso la propuesta de nuevo Estatut votada por el Parlament. Las Cortes no tumbaron la reforma, pero la cepillaron a conciencia. Luego, refrendado el texto por los catalanes, el PP logró que los magistrados del Constitucional infligieran al Estatut el destrozo que a los diputados conservadores, por entonces escasos en número, les estaba vedado acometer en el Congreso.
La voz de Mas no se dejó oír ayer en el palacio de la Carrera de San Jerónimo; la respuesta soberanista al interrogante que dejó en el aire hace más de ocho años, sí. Pero no ya en forma de una reforma estatutaria o constitucional, sino a través de la solicitud de autorización para poder ejercer, consulta mediante, el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro. Y hasta aquí hemos llegado.
Desafío al soberanismo
Descontada la negativa a delegar en el Parlament la convocatoria de referendos, la lupa se fijó en las tonalidades del no. Pese a las presiones conservadoras y al capote antinacionalista que le mostró Rosa Díez, Mariano Rajoy evitó la confrontación con Catalunya. Se presentó como el registrador de la propiedad que, ajeno a toda ideología, constata que la soberanía pertenece a todo el pueblo español y no se puede parcelar. Su oferta de diálogo se ciñó a entreabrir la puerta a la reforma constitucional. Pero la suya fue, más que una invitación a negociar, un desafío para los soberanistas catalanes: inténtenlo si tienen arrestos. Y Alfredo Pérez Rubalcaba, en su línea, alternó el no (a la consulta, a la independencia...) con el sí a una reforma federal de la Constitución todavía demasiado ayuna de apoyos.
Mas obtuvo ayer respuesta a la pregunta que planteó en el 2005: «¿Cómo sugieren que lo hagamos en el futuro?». Con la consulta, no; con la reforma constitucional, ya veremos. Y, entretanto, el soberanismo sigue quemando etapas sin despejar la incógnita del 9-N.
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