Regeneración con las primarias del PSC de Barcelona

MANEL FERNÁNDEZ

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Las actuales elecciones primarias para determinar el candidato oficial del PSC en la próxima contienda municipal para Barcelona están poniendo sobre la mesa la confrontación entre el viejo estilo de hacer política, que representan los aspirantes Andrés, Bonet, Collboni, Martí y Martínez-Sampere, ante nuestra candidatura popular.

Cuando decimos el viejo estilo de hacer política nos estamos refiriendo al estilo que se ha instaurado en nuestro cuerpo político en el que lo más importante es conseguir el objetivo, en este caso los avales o los votos necesarios para acceder a la candidatura oficial o la alcaldía a cualquier precio, frente a la nuestra, en el que más nos importa es la ética y la honestidad.

Esta afirmación queda patente en el seguimiento del discurso y la práctica de estos aspirantes, mediante el cual podemos observar cómo estos aspirantes han girado progresivamente su discurso, desde posiciones completamente discrepantes de nuestro, hasta el intento descarado de apropiarse del mismo.

En efecto, en las primeras presentaciones de nuestra candidatura en las agrupaciones del partido y en las apariciones en los medios de comunicación, estos aspirantes discutían abiertamente nuestras propuestas de regeneración y de combate frente a la corrupción interna, negando la misma, y de presentación de un programa social, que poniendo por delante la atención a los problemas de los ciudadanos barceloneses, como el paro, los desahucios, las restricciones del acceso a la salud y la educación y las desigualdades sociales, oponiéndose a las mismas, bajo los argumentos de que el Ayuntamiento no tiene competencias sobre estas materias y la falta de recursos para hacer frente a las mismas, y apostando por la política de las entelequias, es decir, la de las ciudades, la de los grandes proyectos, la de los modelos de ciudad o la de las infraestructuras.

Poco a poco, como se puede demostrar desde las hemerotecas, esta posición de los cinco aspirantes ha ido girando y hoy casi todos ellos han incorporado en su discurso la necesidad de un programa social y algunos de ellos se han postulado como los líderes de la regeneración del partido.

Evidentemente que nos complace que, al menos, nuestra candidatura haya servido para que los cuadros del partido se den cuenta de que el descenso de la confianza de los ciudadanos en nuestro partido no obedece más que a la discordancia entre nuestro discurso y la realidad de nuestra práctica política, pero ante este giro en el discurso, debemos preguntarnos si el mismo obedece a una aceptación de la realidad o a un simple driblar, característico del viejo estilo de hacer política.

Obras son amores y no buenas razones, y hay muchos elementos que nos hacen desconfiar de esta repentina metamorfosis y nos lleva a la triste conclusión de que simplemente nos encontramos ante un vano intento de la sempiterna prestidigitación política.

No queremos herir a nadie, pero para analizar la sinceridad en este cambio debemos preguntarnos si están en condiciones de impulsar una regeneración auténtica unos compañeros que han sido desde hace muchos años, y que continúan hoy en los órganos de poder del partido, de un partido que se ha desentendido de los problemas de los ciudadanos y que, sin ningún tipo de paliativos, ha contribuido a crear este marco de degeneración y corrupción de la vida política.

Si creen que sí lo están, les tendremos que preguntar: ¿Dónde estaban ellos para criticar y combatir esta degeneración y perversión y donde están sus críticas que tenían que haber hecho para detenerlas? Si las tienen, que las pongan sobre la mesa, y si no las tienen, que nos digan cómo piensan hacer creíble, cuando se callaron y se convirtieron en cómplices de la situación, que ahora sí están dispuestos a llevarla a cabo.

Estos compañeros nos pueden regalar los oídos con cantos de sirenas, pero todos sabemos que el ejercicio del poder, como el que han ejercido y ejercen este compañeros, pasa por alcanzar las prácticas del sistema y para establecer una red de compromisos, que liga la libre expresión y la práctica de la política, por lo que es evidente que con estos lazos y compromisos ya establecidos y consolidados en la red del sistema corrupto que nos invade, por mucho que quisieran, ni pueden ni podrán imprimir el cambio y la regeneración democrática municipal.

Es por ello que concluimos que digan lo que digan estos compañeros, la realidad es que somos seis aspirantes a alzarse con la candidatura oficial del partido y con la alcaldía, pero los seis nos encuadramos en dos únicas candidaturas: la continuista, en la que tienen cabida los cinco, que se caracteriza por la vieja política profesional, en la que lo más importante es el sueldo y el poder, y la nueva, la popular, que pretendemos representar, de la política vocacional, en la que prima la honestidad y el servicio a la ciudadanía.

La prueba del nueve de que estamos exponiendo es la oposición de todos ellos, los cinco, a nuestra propuesta de pactar una declaración conjunta para la regeneración democrática municipal, con medidas para la transparencia, la participación democrática o el freno a la codicia, y que nos hemos visto obligados a firmar unilateralmente ante notario.