Rezar no es una opción

"La profesión de entrenador de baloncesto suele ser más volátil que una ley orgánica de educación en España"

Xavi Pascual, durante un partido

Xavi Pascual, durante un partido / periodico

ROBERTO TAMAYO

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En medio de la incertidumbre, caben dos opciones: mirar o actuar. A los apóstoles del cuadro de Rembrandt 'Tormenta en el mar de Galilea' solo se les ocurrió rezar. Sin ánimo de reducir (aún más) la cuota que los españoles dedican al rezo, sospecho que no es hoy una alternativa prioritaria en caso de titubeo. No me imagino a los aficionados que acuden al Palau Blaugrana entregándose al rosario en este gris inicio de curso. Acostumbrados a ver al Barça pasar la tuneladora, los culés andan desnortados y muestran cierta desafección. La plantilla blaugrana es suprema, pero a estas alturas del curso no se sabe si es carne o pescado. Y esa indefinición desemboca en un Palau desangelado. La gente no se divierte con el basket que proponen los culés y los dedos acusadores apuntan a Xavi Pascual.

El entrenador de Gavá, ingeniero técnico industrial, se ha granjeado su propio Camelot a fuerza de éxitos. Nadie ha ganado una Euroliga ni una Liga Endesa con menos años. La profesión de entrenador de baloncesto suele ser más volátil que una ley orgánica de educación en España. Desde su primer día en el banquillo culé, Pascual despertó una fobia muy extendida. Siempre tuvo un 'club de fans' que le atizaba por principio ético y siempre le acompañó el sambenito de que era fácil ganar con la calidad de sus plantillas. Invito a cualquiera de ustedes a plantarse con 35 años en un vestuario atestado de egos y nacionalidades como el del Barça, y formar una máquina perfecta. Les aseguro que tienen menos probabilidades de éxito que un ministro de aprobar en la encuesta del CIS.

Más allá de su juego espeso, la principal desgracia para el Barça es la brillantez del Madrid y el gancho que provoca en el universo baloncesto. Los blancos ganan, divierten y tienen esa solidez que otorga la continuidad de un núcleo de jugadores. El efecto contagio que ha conseguido Laso es inversamente proporcional al que provoca la propuesta de Pascual. Los culés han recorrido el camino contrario al Real Madrid. El cambio de cromos, tan habitual como destructivo durante años en la capital, se ha convertido en rutina en el Palau. ¿Qué es lo que irrita y enfría al público, la racanería ofensiva de Pascual o los nuevos fichajes?

El Barça imitó el modelo de la tijera, de contagio patológico en este país, durante el verano de 2012 y acometió la reconstrucción más severa de sus últimos años. Lo hizo después de ganar la liga, una decisión que implica una dosis razonable de valentía. Con Álex Abrines y Mario Hezonja, los culés se han asegurado talento para la próxima década. Se zarandeó a Pascual por su conservadurismo con los jóvenes el curso pasado. Pero el desarrollo tiene su ritmo. Y en una superproducción como el Barça suele ir a cámara lenta. Esta temporada han cambiado de titular otras cinco taquillas del vestuario culé y parece que el comodín de Navarro se podrá utilizar en contadas ocasiones. ¿Por qué recela Pascual del juego sin corsé con la plantilla que tiene? Cuando el año pasado se quitó la faja el Barça fue un torbellino.

"En el Barça se aprende desde la victoria", ha asegurado el entrenador culé de forma reciente. Pascual saldrá un día del Barça como ya lo tuvo que hacer un mito como Aíto García Reneses. ¿Pero cuánto crédito le queda por parte de afición y directiva? La exigencia diaria del Barça es tal, que como escribía Luis Cernuda en su poema 'Mozart' de 'Desolación de la Quimera' "el futuro es hoy".