Construyendo la vía

'Senyeres' y 'estelades' en la histórica manifestación de la Diada del 2012.

'Senyeres' y 'estelades' en la histórica manifestación de la Diada del 2012. / periodico

MIQUEL ÀNGEL ESCOBAR Y CARME PORTA

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Las dos personas abajo firmantes tenemos orígenes y experiencias vitales y políticas diferentes, pero también mucho en común que nos lleva a plantearnos reflexiones conjuntas y, sobre todo, un futuro, un país por construir. Somos catalanes de primera generación, que hemos formado parte de la construcción social y nacional y que creemos en un futuro libre pero que debe proyectarse. No somos, ni nos sentimos, representantes de nadie a pesar de los nexos, las vivencias y reflexiones comunes pueden llevar a algunos a hacer un reduccionismo.

Nuestros abuelos y abuelas, por motivos diferentes llegaron a Catalunya, bien escapando de la guerra, bien escapando de la miseria o de la falta de oportunidades de su lugar de origen (Andalucía en un caso, Aragón en el otro). En Catalunya no les esperaba ningún paraíso, más allá de lo que pudieran construir a base de mucho esfuerzo y sacrificio. Un viaje, lo que hicieron, sin red ni estado del bienestar ni ningún tipo de seguro que no fuera su propia voluntad de encontrar un futuro mejor. ¿Inconsciencia? ¿Desesperación? ¿Coraje? Quizás de todo un poco. ¿Que hace que una persona no encuentre otra salida que la asunción de un riesgo real? ¿Cuando este enorme riesgo vital se vuelve asumible e incluso preferible antes que dejar que todo siga igual de frustrante? Seguro que no hubo tiempo ni espacio para tanta reflexión. Fue todo mucho más práctico: aquí no hay nada que hacer, tenemos que marchar.

Nosotros somos fruto de ese reto y de aquel riesgo, el que corrió muchísima gente que vino a Catalunya. Gente que se alejaba de una sociedad y una tierra que no les ofrecía más que el ahogo de la miseria y la falta de futuro para acercarse a otra, desconocida, pero que podía representar el ansiado bienestar que soñaba para a sus hijos e hijas.

Por mucha gente esto supuso un nuevo arraigo. Nunca se contempló la opción de volver a su pueblo. Nunca la añoranza de las raíces fue más fuerte que el vínculo con el nuevo presente que vislumbraba la promesa de un futuro mejor.

El proyecto nacional catalán debe contener la experiencia diversa de personas que formamos parte del país y de la sociedad catalana desde orígenes y lenguas diferentes y que hemos ido convergiendo en un proyecto que abarca un claro y ambicioso proyecto: la construcción de un Estado. Vivir en Catalunya, un país profundamente lastrado por el egoísmo de unas élites de poder, ha sido nuestro eje vertebrador, la experiencia política (distinta y diversa en nuestro caso), nuestra toma de conciencia nos ha llevado a formar parte de organizaciones políticas y civiles que han hecho apuestas para dar pasos adelante y unir los esfuerzos de todas las personas que queremos vivir en Catalunya y sentirnos plenamente de este país. No siempre ha sido fácil.

Es ahora y hoy que nosotros, hijos e hijas, nietas y nietos de aquellas personas que vinieron buscando nuevas oportunidades, debemos tomar las decisiones que marcarán nuestras vidas, pero sobre todo las de nuestros hijos e hijas. Y es por ellos que queremos un futuro de libertadjusticia social y de bienestar económico y que optamos por continuar en la línea de la rotura que muchas abuelas y abuelos, iniciaron cuando tumbaron hacia Catalunya. Suerte tenemos de que este es un país de paso, un cruce donde cíclicamente acaban viniendo muchas personas que sólo miran adelante o bien porque son valientes por naturaleza o porque no les ha quedado más remedio. Sea como sea, suerte de este plus de empuje que ha ido nutriendo nuestra sociedad hasta hoy día. Esta es el empuje transversal socialmente, racional discursivamente y emocional colectivamente que empuja miles y miles de catalanes tradicionalmente independentistas o definitivamente desengañados con un Estado encerrado en sí mismo, deficitario democráticamente y económicamente insostenible.

La Via Catalana es una propuesta participativa que llena de esperanza el proceso que estamos viviendo hacia un referéndum de autodeterminación. La estrategia es dotar de valor las movilizaciones cívicas y el reconocimiento de la pluralidad de un pueblo, un solo pueblo con muchas voces, muchas culturas, muchas lenguas. Catalunya formará una enorme cadena de unión que simbolizará el poder y la fuerza de aquellas personas que se juntan para aguantar los empujes que sin duda nos dificultarán nuestro avance.

La realidad catalana es diversa y se ha ido deconstruyendo los estados, despedazando. Los orígenes culturales son muy diversos y se han ido consolidado desde la construcción popular. Muchas personas, como nosotros, no tenemos ninguna generación anterior arraigada en la cultura propia pero sentimos y vivimos la realidad social y nacional de Catalunya, el país que nos ha formado, nos ha visto crecer y nos ha dado oportunidades.

Nuestros abuelos emigraron a Catalunya y contra todo pronóstico triunfaron, salieron adelante, podemos dar fe. Nosotros, en tanto que descendientes de alguna manera tenemos la oportunidad de volver a hacerlo.