Análisis

Los juegos de azar y la economía de casino

Un crupier, ante una baraja.

Un crupier, ante una baraja.

DOLORS COMES D'ARGEMIR

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En los juegos de azar las posibilidades de ganar dependen de factores externos a la capacidad del jugador y, si van acompañados de apuestas, permiten ganar o perder dinero. Pero el atractivo de los juegos de azar no radica solo en el carácter aleatorio de la suerte (o del riesgo), sino también en las habilidades del jugador para aumentar sus probabilidades de acierto. Y este es el reto: vencer al azar, y cuanto más difícil es más atractivo resulta para quienes se creen con posibilidades de ganar.

Los juegos de azar más populares, como la lotería o las quinielas, suponen un riesgo relativamente escaso para ganar sumas de dinero relativamente importantes. Pero se ha comprobado que laasequibilidada determinados juegos de azar puede generar adicciones y tener graves consecuencias para los jugadores y sus familias. Por ello los poderes públicos han procedido a regular el acceso a estos juegos y a proteger a los menores de su impacto.

Es el caso del bingo, de las máquinas tragaperras, o de los casinos. Estos últimos, considerados de mayor riesgo, han tenido una legislación específica encaminada a dificultar su acceso. En Catalunya, por ejemplo, la legislación limitaba a tres el número de casinos existentes y, además, debían estar alejados de las ciudades. Los casinos se instalaron en Sant Pere de Ribes, en Perelada y en Lloret de Mar. Hasta que se autorizó el traslado del primero a Barcelona y el de Lloret a Tarragona y se buscaron argucias legales para mantener parte de las instalaciones iniciales.

¿Pero qué pasa cuando el juego de azar entra en casa directamente, a través de las redes de comunicación como la televisión, internet o telefonía? ¿Qué defensa tenemos los ciudadanos ante esta invitación a participar en juegos de azar, cómodamente, desde nuestro hogar y con la tarjeta de crédito cerca? Ante este envite, la antigua legislación nos hace sonreír y hay que decir que la ley de regulación del juego del año 2011 parece más encaminada a proteger los intereses de los operadores de juego que el de los ciudadanos. Claro que se puede aducir que cada quien es libre de participar o no en esta clase de juegos. Pero esta libertad existiría si no hubiese un abismo tan enorme de poder entre quienes controlan los juegos de azar y quienes juegan. Y el ciudadano más débil económicamente y culturalmente es también el más vulnerable ante esta nueva ofensiva de un negocio puramente especulativo. ¿Es suficiente educar a la ciudadanía ante esta agresiva y tentadora oferta de juegos de azar?

Creo que la educación es necesaria pero no suficiente: hay que ir a unas raíces más profundas. La sociedad actual se ha convertido en una especie de vasto casino que ha posibilitado la obtención de dinero fácil a través de la especulación, las inversiones de alto riesgo, el urbanismo, las hipotecassubprime. ¿No les parece que todo esto forma parte de una misma lógica? ¿No tendríamos que potenciar valores más sólidos, potenciar la esfera pública y limitar el poder de los más fuertes?