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Al amigo Pluto

BEATRIZ DE MOURA

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En estos días de fiesta subí al desván de los recuerdos y fue como penetrar en un álbum al encuentro de Pluto, mi mejor amigo de infancia, y de otros muchos de sus más viejos colegas, Mickey, Minie, Pato Donald o Goofy. Pero, en ese viaje atrás en el tiempo, muchos más personajes me esperaban, de Alicia a Pinocchio o de Peter Pan a Woody & Buzz, que bailaron, pasearon y repartieron sonrisas y lágrimas entre los más pequeños y en mí removieron remotos sentimientos agazapados en los surcos de los años. Reí, bailé, lloré, aplaudí, me conmoví y me lo pasé en grande, con una frágil alegría juvenil, casi intacta, olvidada. ¿Cómo pude resistirme tanto tiempo a volver a visitar un Disneyland, esta vez el de París? ¿Por qué esa vergonzante resistencia a regresar a esos años nuestros en que todo es novedad y aprendizaje? Quien se resista a semejante vivencia, a tal emoción, tenga la edad que tenga no es sino un fósil, ajeno a todo lo que aún palpita.

En medio de tan extenso, intenso y permanente espectáculo, algo, no obstante, eché a faltar: al propioWalt Disney.Sí, es cierto que se le homenajea con una escultura, por cierto muy hermosa, discreta, frente al gigantesco edificio que se supone reproduce los Estudios Cinematográficos Disney en Hollywood. Pero ese hombre, que creó todo un universo de fantasía que todavía moviliza cada día a miles y miles de personas, fue uno de los grandes genios del siglo XX. Y todo ello, a partir de los tres primeros círculos que conforman la cara de Mickey, dibujados allá por los años 30 en una simple hoja de papel.

Hoy, The Walt Disney Company es un negocio colosal, y ya no tiene a genio alguno que la lleve. Y se nota. No estaría de más, por ejemplo, que alguna varilla mágica le quitara a los paseos de Disney París algo de su descarado aire tragaperras y le diera un ligero toque italianizante de cálido bienestar. La verdad es que a nadie -ni a mí en el fondo- le parece importante. Porque lo que importa de verdad, señores, es desayunar con Pluto sentado en tu mesa.