Semana decisiva para el PSC

Esta debería ser una semana de decisiones colectivas importantes para el PSC, tanto para el futuro inmediato como para los años que vendrán. El viernes arranca un congreso clave para hacer visible un cambio estratégico inaplazable. Para empezar, un partido que hace tres años parecía hegemónico (¡espejismos del poder!) y que hoy va con una mano delante y otra detrás debe asumir la gravedad de su situación y reaccionar. Reconocer los errores es esencial para subsanarlos algún día. También lo es identificar quiénes tienen la responsabilidad, y que la asuman. Si no se hace así, la magnitud de la tragedia no parará de crecer. Y, como decía el sábado un articulista intempestivo, «el hundimiento se magnifica cuando no hay nadie que asuma la derrota y cada responsable se saca las pulgas de encima». La ejecutiva actual del PSC debería haber dimitido en bloque tras las elecciones al Parlament de hace un año, asumiendo colectivamente una derrota clamorosa tras siete años en el Golvern. Solo lo hizo el primer secretario y candidato. Después se han acumulado dos derrotas más, siempre cumpliendo el peor de los pronósticos.

Como una metáfora de lo ocurrido en la sociedad, los socialistas catalanes han vivido unos años por encima de sus posibilidades reales, dentro de una burbuja sobredimensionada de poder (con algunos especuladores haciendo el agosto). Ahora les ha estallado y parece que hayan pasado del todo a la nada. Ni aquello ni esto se ajusta a la realidad. Y son ellos mismos quienes deben rescatarse. El juego de contrapesos políticos de Catalunya requiere (aunque no solamente) una fuerza socialdemócrata que aspire a gobernar y que se erija, a los ojos de la ciudadanía, en alternativa. Pero no de poder, sino de modelo social y nacional. Esta semana es decisiva para empezar a visualizar si esta opción existirá o no en el 2014.