Toma pan y moja

Jamón de Björk y otros milagros

Los juegos de palabras con comida son un universo infinito. Palabra de Òscar Brócoli

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Òscar Broc

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Los juegos de palabras con comida son un universo infinito, inagotable, un océano de posibilidades. De hecho, pueden servirnos para definirnos ante el mundo y, de paso, compartir nuestros referentes culturales con la gente. ¿Que no? Allá voy. Me encantaría tener la voz de Arepa Franklin y el glamur de una diva de Hollywood del nivel de Catering Hepburn. Pero no sirvo ni para cantante de grupos de rock 'healthy', como los Vegans N’ Roses. A lo sumo, podría participar como extra en alguna serie japonesa de bajo presupuesto, junto a Elsa Tataki. Y es que mis giros vocales no tienen la dulzura de Ana Torrija, ni la textura cremosa de Flan Sinatra. Una lástima, porque desde el día que escuché a Quinoa Arteta, mi debilidad es la ópera macrobiótica. 

Por mis venas corre sangre catalana y estadounidense, como la actriz Butifarra Fawcett. Solo tengo dos vicios, el funk y el chocolate, igual que James Brownie. Cada viernes desayuno un bocadillo de jamón de Björk, porque me pirra el embutido islandés. Ah, y siempre me han gustado los artistas pop viejunos con mucha carga calórica. ¿Mi favoritos? Duncan Dhul, Natilla Imbruglia y Escudella Baila Sola.

Me considero un tipo elegante: rara vez me verás sin mi traje de Jabugo Boss. ¿Y sabes qué tengo en común con gente tan dispar como el actor Jean Claude Voll Damm y la aristócrata Tita Cerveza? Un amor desmedido por el lúpulo. En lo político, mi voto es para a la asturiana Fabada Colau y el italiano Rigatoni Cantó. Y siempre he creído que combatir el racismo con un Whooper en la mano es posible, será que he visto demasiados discursos de Martin Burger King. Ya lo ves, soy un tipo feliz, aunque todos los niños me odien. Palabra de Òscar Brócoli.