'Winterreise'

Fontcuberta y Schubert: un diálogo entre la realidad y la desaparición de la memoria en el Liceu

El Liceu de Barcelona presenta su ciclo de 'lieder' con 'Winterreise', un concierto que entrelaza la música de Franz Schubert y la fotografía de Joan Fontcuberta

Joan Fontcuberta en el Liceu.

Joan Fontcuberta en el Liceu. / EPC

Abril Rocamora

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La fotografía es el resultado de toda una evolución en la conciencia social. En palabras de Joan Fontcuberta, "transmite su subjetividad a partir de un elemento mecánico". Las fotografías tienen ese efecto mágico, nos acompañan en un simple trozo de papel que llevamos guardado en la cartera. Ellas mismas son capaces de reemplazar a una persona que ya no está, pero que permanece dentro de esos químicos que componen la imagen.

El Liceu de Barcelona estrena este viernes 23 de febrero 'Winterreise' (El viaje de invierno), un ciclo de 'lieder' (obras líricas breves) compuesto por Franz Schubert sobre poemas de Wilhelm Müller. Este 'viaje de invierno' transcurre a partir de un personaje que solo podrá encontrar su descanso final a través de la muerte y su agonía personal. En esta ocasión, el fotógrafo catalán Joan Fontcuberta contribuye con su narrativa fotográfica a mostrar, sin intención de opacar los demás elementos, la desaparición de la realidad interior del protagonista. El artista muestra breves pistas sobre las ideas del 'mélangisme', la oscuridad y la tristeza para conducir al espectador a través de los recuerdos que se van diluyendo.

Para ello cuenta con imágenes degradadas: fotografías antiguas que han perdido su composición orgánica por culpa del paso del tiempo. Ese elemento, el tiempo, conforma el eje central de la obra. El personaje sufre un deterioro de la memoria, y no sabe con certeza si aquello que ha visto es real o, por ende, culpa de su memoria degradada.

Fontcuberta ha afrontado el proyecto desde su parte más humana. Experiencias cercanas con el Alzheimer le han impulsado a transmitir su dolor en la obra. Con una pantalla en el fondo del escenario, el espectador ve esas imágenes que ha buscado y fotografiado partiendo del respeto absoluto a la obra original. Para el espectador es necesario establecer una serie de códigos para descifrar qué explican esas imágenes, pistas que se encuentran en el programa del concierto.

La proyección está compuesta por dos tipos de producciones fotográficas, unas más 'naturales' y otras que califica como 'vaporosas', y que conforman "una caligrafía del olvido", explica Fontcuberta. Ha recuperado cerca de 600 negativos, siguiendo el principio surrealista del 'objet trouvé' —un acto creativo que consiste en encontrar y seleccionar—, y en el que él no interviene.

Dramaturgia, música y poesía

'Winterreise' cuenta con más elementos. Por un lado, Susanna Rafart ha compuesto una serie de poemas que van apareciendo durante el acto, y que en sí mismos representan parte del proceso que está haciendo la persona durante ese viaje. Ese Alzheimer que muestra una relación fragmentada con la realidad, que se explica desde la música, la fotografía, los poemas... Rafart ha escrito varios poemas que han ido modificándose en función de los cambios emocionales de los poemas de Müller. En cierto modo, Rafart habla de una 'amnesia colectiva' hacia la que va el caminante y que también sucede en nuestra generación.

Anna Ponces, directora de escena, apunta la importancia de todos los elementos que conforman este drama. Michael Volle, barítono y cantante, discurre entre la personificación del personaje, aunque no lo hace todo el tiempo ni tampoco físicamente. Busca "mostrar el mundo de fuera y el de dentro, como chocan esos dos mundos que cada vez son más dolorosos y que llevan a un final que es la muerte".

Joan Fontcuberta Villà (24 de febrero de 1955) es uno de los fotógrafos catalanes con más trayectoria internacional. Galardonado con el Premio David Octavious Hill por la Fotografisches Akademie GDL de Alemania en 1988, nombrado Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura en Francia en 1994 y en 1998, obtuvo el Premio Nacional de Fotografía en 1998.

En esta ocasión, busca realizar un homenaje a la fotografía que viene, la que aún está y la que ya se fue, siendo fiel a sus tres ejes: la relación de la fotografía con la verdad, el problema de la memoria (y la promesa de inmortalidad) y finalmente la materia. Aunque admite que entrar en el mundo de la dramaturgia se sale un poco de su "zona de confort".