Fundació Vila Casas

Joan Fontcuberta doma los monstruos de la era del algoritmo

El artista y fotógrafo abre en Can Framis su primera gran exposición en Barcelona desde 2008, donde reflexiona sobre una fotografía moribunda en un mundo de imágenes virtuales

En una serie de nuevas piezas desvela los orgasmos de Trump, recuerda la caza del elefante de Juan Carlos y utiliza a caracoles como 'artistas'

Joan Fontcuberta expone 'Monstruos' en Can Framis

Joan Fontcuberta expone 'Monstruos' en Can Framis. /

Anna Abella

Anna Abella

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Ver en sendas pantallas los rostros de Donald Trump, Vladimir Putin, Juan Carlos de Borbón y Dominique Strauss-Kahn experimentando un orgasmo mientras dan un discurso televisado no deja indiferente, aunque se trate de una parodia creada partiendo de algoritmos. Son ‘deepfakes’, vídeos hipertrucados que precisamente pretenden "revelar los mecanismos del engaño" con una exageración deliberadamente esperpéntica y caricaturizada de cuatro famosos de la esfera política involucrados en escándalos sexuales, relaciones ilícitas o abuso de poder. Forman parte de ‘Beautiful agony’ (2020-2021), uno de los recientes proyectos del artista y fotógrafo Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) que pueden verse en ‘Monstruos’, su primera gran exposición en Barcelona desde 2008, en Can Framis hasta el 23 de enero. 

Con "una mirada crítica, entre la poética y el humor", intenta "domar monstruos", dice en el espacio de la Fundació Vila Casas este mago de la fotografía capaz de convertir en artistas a un puñado de caracoles en ‘Gastropoda’ (2012-2015), o de tunear, en ‘Botswana Safari’ (2015), con 20.000 teselas de mármol de Carrara gris -"evoca el lujo y lo ‘kitsch’"-, la famosa foto del rey emérito ante el elefante cazado en África, con el Pequeño Nicolás asomando tras un árbol, en una alegoría de la España de las corruptelas. "Los mosaicos son como un precedente de la fotografía digital. Las teselas de hace 2.000 serían los píxeles de hoy”, apunta el único español galardonado con el Premio Internacional Hasselblad.

‘Botswana Safari’ (2015), mosaico hecho con 20.000 teselas de mármol.

‘Botswana Safari’ (2015), mosaico hecho con 20.000 teselas de mármol. / JOAN FONTCUBERTA

Viejo mundo moribundo

Una cita atribuida al líder comunista Antonio Gramsci -"El viejo mundo está muriendo. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos..."- sirve de hilo conductor de la exposición. "La fotografía que nos conservó la memoria y la verdad está desapareciendo -constata Fontcuberta-. Los álbumes familiares frente a las fotos con el móvil… Ahora estamos en un mundo donde prevalece la virtualidad, los algoritmos que pueden predecir qué pasará o las imágenes hechas por un sistema automatizado, que no están en ninguna parte, son inmateriales". Transita desde esas "ruinas" de la fotografía hasta "las monstruosidades emergentes contemporáneas, que no son animales alados con garras sino surgidas de los sistemas de comunicación actuales y de una política perversa y desagradable, donde el monstruo no es algo horroroso sino el diferente, lo que se aparta de los estándares".  

Fragmento de la serie 'Beautiful Agony'.

Fragmento de la serie 'Beautiful Agony'. / JOAN FONTCUBERTA

Vídeoselfis del éxtasis

Así, en ‘Beautiful Agony’, que Fontcuberta ha creado junto con Pilar Rosado, parte de los 3.500 vídeoselfis tomados en el momento del orgasmo y colgados libremente, con acreditación de veracidad, en la web beautifulagony.com. Luego, una tecnología basada en algoritmos crea una secuencia progresiva de rostros de personas en pleno éxtasis que en realidad no existen. Esa misma inteligencia artificial la han utilizado en el inquietante ‘Frenografías: atlas visual de la locura’ (2021). El punto de partida son también retratos reales, los que el doctor Joan Obiols tomó como herramienta terapéutica en los años 40 y 50 de enfermos mentales. Las imágenes de Obiols son digitalizadas por un superordenador que combina aleatoriamente los píxeles para crear, con sus rasgos más característicos, nuevos rostros imaginarios que podrían reales. Al fotógrafo le interesa más "la monstruosidad intermedia" del proceso, con rostros abstractos y deformados que recuerdan a modelos estéticos como los pintados por Picasso, Munch, Bacon o Kokoshka.   

Fragmento de la serie 'Frenografías'.

Fragmento de la serie 'Frenografías'. / JOAN FONTCUBERTA

"De fotos enfermas emergen fotos fantasmales", explica el artista, que sigue recorriendo "archivos que se están destruyendo a causa de los hongos, la humedad..., que constatan que la fotografía no siempre es capaz de superar su compromiso de perdurar en el tiempo". Ha buscado en el llamado "‘Infierno’ de las bibliotecas, donde guardan libros prohibidos", pero especialmente en el "'Purgatorio' del Arxiu Nacional de Catalunya, en Sant Cugat, una zona de infecciosos que pueden contaminar al resto de piezas". De ahí surgen obras como ‘Trauma I’ (2019-2021) y ‘Trauma II’ (2017-2020). Unas fotos de álbumes familiares llevan a preguntarse qué pasa cuando la "fotografía, nacida para recordar, pierde la memoria, se vuelve amnésica", lamenta el creador, cuyo padre y suegra sufrieron Alzhéimer. Señala otras fotos deterioradas de Franco paseando por Barcelona tras la guerra tomadas con una película inestable e inflamable. Son de una "cierta justicia poética, como si se quemaran porque no quisieran retener algunos hechos", comenta. 

Tres imágenes de 'Trauma'.

Tres imágenes de 'Trauma'. / MANU MITRU

Pero en ‘Fahrenheit 451’ (que en 2019 expuso ya en la librería Ona) es el fuego de los bomberos el que destruye libros. Para esta obra, Fontcuberta quemó 451 ediciones distintas de la novela de Ray Bradbury salvando algunos a medio arder, porque "al final, el libro, la cultura, se salva". Al fondo, gran foto de 1933 de una hoguera nazi inmolando libros prohibidos por Hitler. "Ese día llovía y no quemaban. Tuvieron que ir los bomberos a rociarlos con gasolina para la foto". 

Caracoles 'artistas'

También un punto fantasmales son las imágenes de ‘Gastropoda’, que cuestionan los conceptos de autor, creación y obra. De observar en qué estado quedaban las invitaciones a exposiciones que le llegan por correo al húmedo buzón de su casa en La Roca del Vallès. "Si iba de viaje, al volver las encontraba medio comidas por los caracoles. Empecé a escanearlas y a transformarlas en piezas. La autoría es de los caracoles, que se alimentan de arte (también de lechuga)", sonríe ante un vídeo de la acción alimenticia de los moluscos y su resultado en forma de atisbos de Chillida, Picasso o retablos medievales del MNAC.