Fotografía y memoria

Joan Fontcuberta invoca el fantasma de La Xirgu en el Romea

El artista y fotógrafo presenta este lunes una instalación en la que rescata la huella de la popular actriz catalana a través de una imagen maltratada y estropeada por el tiempo, la humedad y los hongos

Joan Fontcuberta, en el Romea, el pasado viernes.

Joan Fontcuberta, en el Romea, el pasado viernes. / ELISENDA PONS

Anna Abella

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No será una sesión espiritista pero sí puede decirse que este lunes por la tarde, con sus artes fotográficas y artísticas, un Joan Fontcuberta, entre maestro de ceremonias y médium, invocará el popular fantasma de la famosa actriz Margarida Xirgu en el Teatre Romea. “Mucha gente del teatro me ha contado la leyenda del espíritu de la Xirgu, que sigue transitando en los camerinos, entre bambalinas... Hay muchas anécdotas. Nadie cree en fantasmas pero todo el mundo dice haber vivido sensaciones extrasensoriales, voces, cosas raras... Y las sensaciones no se pueden negar, tengo mucho respeto por lo que cuentan”.  

La Xirgu, que empezó su carrera de actriz en el Romea, en 1906, con 18 años, se convertiría en la artista que renovaría el teatro catalán y español interpretando obras de Lorca, Alberti, Valle-Inclán, Alejandro Casona o Bernard Shaw. Su apoyo a la República la condenó a ser represaliada por el franquismo, que se apropió de sus bienes y la abocó al exilio. Fontcuberta (Barcelona, 1955) lo vio en seguida claro cuando la Fundació Romea le pidió, como viene haciendo con diversos creadores, como el artista Gino Rubert o el cineasta Albert Serra, una intervención sobre la Xirgu (1888-1969) con motivo del Año que conmemoró en 2019 y 2020 el medio siglo de su muerte: “Relacioné la idea del fantasma que habita en el teatro con la idea de una fotografía estropeada. Me interesa el legado fotográfico que tenemos de ella, el legado de su imagen”. Y de ahí surgió la instantánea que los visitantes podrán contemplar en una instalación de un metro por metro y medio.

El fantasma de Margarida Xirgu, captado por Joan Fontcuberta.

Detalle de la imagen del 'fantasma' de Margarida Xirgu, 'captado' por Joan Fontcuberta. / JOAN FONTCUBERTA

“Desde hace dos o tres años me interesa mucho el tema del trauma, que viene del griego y significa ‘golpe’, algo que en la historia de la fotografía es el gran sujeto: las guerras, el sufrimiento... –explica el artista y fotógrafo mientras prepara el montaje-. Con el paso del tiempo, las fotografías, aunque se intente conservarlas, se estropean por causas como la luz, la humedad, los microorganismos, los hongos... Toda fotografía está condenada a desaparecer. Pero es un artefacto de memoria, tanto de biografía personal como de crónica colectiva de nuestro tiempo. Así, este compromiso de la fotografía con la memoria se ve perturbado porque a la larga la fotografía se hace amnésica, pierde la memoria, y de esta razón de ser de la fotografía solo quedan residuos, manchas químicas y fantasmagóricas, y la imagen se convierte en fantasma en vez de mostrar la realidad”.  

"Toda fotografía está condenada a desaparecer. Es un artefacto de memoria, pero a la larga se estropea y se hace amnésica y solo quedan residuos y manchas fantasmagóricas"

Para hallar la imagen idónea de la Xirgu, Fontcuberta buceó en archivos fotográficos históricos como el Arxiu Nacional de Catalunya, el de Barcelona y el Arxiu de la Casa Planas de Palma de Mallorca, fundado por el catalán Josep Planes, “un pionero de la fotografía turística y aérea que vivió el ‘boom’ del turismo balear pero también fue coleccionista de material fotográfico”, apunta.  

Joan Fontcuberta, en el Romea, el pasado viernes. 

Joan Fontcuberta, en el Romea, el pasado viernes.  / ELISENDA PONS

“Cuando buscas imágenes, principalmente negativos en placas de vidrio, ves cómo se están estropeando, ves el efecto de ese crecimiento cancerígeno, esas manchas de hongos que van pudriendo las imágenes realistas que aún puedes identificar dando un resultado fantasmagórico. Esta imagen tan poética de la Xirgu, la presento con una caja de luz, una especie de traslación de la experiencia de cuando miras un negativo, que lo importante es verlo al trasluz: la imagen que te da cuando lo atraviesa una intensidad de luz”, detalla el artista, que durante el acto del lunes también mostrará las fotos descartadas y su viaje a los archivos dotando la escena de contenido gráfico. 

Las cicatrices de oro

Mientras, el multipremiado Fontcuberta ultima una exposición en Andorra y un libro, ‘Kintsugi’, sobre una técnica zen japonesa. “Cuando jarrones u objetos de cerámica se rompen no los tiran sino que recomponen las piezas y subrayan las fracturas con hilo de oro porque representan la vida del objeto, una memoria propia que es valiosa y que indica la relación que ha tenido con nosotros”. Y, en línea con ‘su’ fantasmal Xirgu, muestra fotos halladas en archivos que “están a punto de desaparecer, que enseñan sus cicatrices, ranuras por las que entra la luz y dejan ver la esencia de la materia”.