Verdi vuelve al Gran Teatre

El Liceu estrena 'Un ballo in maschera' muy actual

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El cantanten Freddie De Tommaso

El cantanten Freddie De Tommaso / Antoni Bofill

Marta Cervera

Marta Cervera

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‘Un ballo in maschera’, una obra de madurez de Verdi, regresa a partir de este viernes al Liceu con la última producción ideada por el aclamado director de escena Graham Vick, que se estrenó en Parma gracias a su fiel colaborador, Jacopo Spirei. Vick falleció a causa del covid a los 67 años poco antes de iniciarse los ensayos de la producción en la ciudad italiana donde se prsentó en 2021 en el marco del Festival Verdi. Tenía decidida la escenografía, el vestuario y las líneas principales de esta relectura con guiños a la actualidad que incide en el triste destino de todos los personajes realmente libres.

El célebre título, donde los disfraces y las máscaras son clave, llega coincidiendo con el carnaval. Este viernes el Liceu contará con un magnífico reparto que cuenta con Freddie De Tommaso (Riccardo), el tenor del momento que debuta en el rol, con la veterana Anna Pirozzi (Amelia), que regresa al Liceu, la barcelonesa Sara Blanch en el papel de Oscar, Artur Rucinski como Renato y Daniella Barcelona encarnando a Ulrica. Riccardo Frizza llevará la batuta -es su tercer Verdi en el Liceu- en todas las ocho funciones, también con las del segundo reparto con  Arturo Chacón-Cruz, Soia Hernández, Jodie Devos y Okka von der Damerau.

‘Un ballo in maschera’ se inspira en el asesinato del rey Gustavo III de Suecia, en 1792 durante un baile de disfraces. Pero en la época de Verdi mostrar el asesinato de un monarca en escena no era posible y la censura tampoco permitió otros detalles relevantes del libreto original de Antonio Somma. Verdi tuvo que realizar varias versiones hasta que logró estrenarla en Roma en 1859 trasladando la acción de Suecia a Boston a finales del siglo XVII, cambiando la figura del rey por la de un gobernador.

Esta moderna versión de Spirei convierte a Oscar, amigo del rey, en un personaje de sexo fluído. Escénicamente la propuesta también rompe los códigos tradicionales de la ópera con una escenografía donde destaca una gran pantalla semicircular encima de la cual se coloca el coro. En el centro hay una plataforma giratoria presidida por una sepultura que resalta el destino trágico del protagonista de obra que combina pasajes musicales de gran ligereza con otros de enorme profundidad dramática.

Celos, envidia y politica

La trama se basa en una historia de celos, envidias, política y traición marcada por el deseo entre Riccardo/Gustavo  y Amelia, que está casada con Renato, el mejor amigo y confidente del gobernante. El título de la obra hace referencia a la escena cumbre en la que todo concluye, un baile de máscaras en el que Renato, loco de celos, acaba con Riccardo, el rey. "El 'Ballo' es una obra maestra. Toca tantos temas: vida, política, amor. En realidad en todos ellos aparecen las mismas preguntas: ¿Hasta dónde podemos llegar? ¿Dónde está el límite y cuáles son ls reglas inquebrantables en el poder, en la justicia o en la búsqueda de la verdad? ¿El límite estaría en seducir a tu mejor amigo, o a su mujer?", se pregunta Spirei. Para el director de escena, "Riccardo va tan al límite que convierte la vida de Riccardo en una obra de arte y su muerte en un monumento". Explota su ambigüedad, lo dibuja como un ser libre y bisexual que tanto se puede sentir atraído por Amelia como por su marido, algo que genera mayor tensión entre el triángulo amoroso protagonista.

La soprano Sara Blanch se enfrenta a un gran reto más allá de la música porque Oscar, el confidente del rey, no es un pesonaje masculino en esta versión sino 'queer'. “Oscar es fluído. Me dí cuenta al hacer la prueba de vestuario porque me pusieron un top y una falda”, recuerda. Se muestra encantada con esta oportunidad de defender un rol verdiano nada fácil. Lo que le gusta de Verdi es que “aborda los personajes desde un punto de vista psicológico", comenta. "Cada intervención de un personaje aporta algo, nunca es gratuita. Todo tiene sentido". Y destaca el contraste entre el drama de todos los demás personajes y la luminosidad del suyo, algo que solo cambia al final en el último acto. "Cuando acaba la ópera Verdi te hace pensar sobre cosas profundas de la existencia. Más allá de la música y del drama te hace plantear preguntas".

Víctor Garcia de Gomar, director artístico del Liceu, no cree que este montaje suscite polémica alguna. Y confiesa que a él en realidad le hubiera gustado que Calixto Bieito remontara aquella atrevida versión que hizo temblar los cimientos del nuevo Liceu, el que resurgió tras el incendio, en su estreno en el año 2000.  “Hubiera servido para ver lo mucho que ha evolucionado nuestra sociedad”, opina. A Bieito, responsable también de la aclamada 'Carmen' cuartelera que se ha recuperdo el Gran Teatre hace poco, no le interesó.