Entrevista

Víctor Garcia de Gomar: "La polémica no es mala para el Liceu"

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Víctor García de Gomar, director artístico del Liceu, en el Gran Teatre el pasado 22 de septiembre

Víctor García de Gomar, director artístico del Liceu, en el Gran Teatre el pasado 22 de septiembre / Ricard Cugat

Marta Cervera

Marta Cervera

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El director artístico del Liceu Víctor Garcia de Gomar entró en 2019 a la institución con una visión holística que ha llevado al Gran Teatre a resonar no solo con la ópera y la música sino con la sociedad, las artes plásticas, la poesía y el pensamiento. Un Liceu que va más allá de la lírica y de las voces, aunque estos siguen siendo sus pilares. Ha pasado del ser 'El Liceu de tots' a 'El Liceu per a tots' con actividades, exposiciones, instalaciones y ensayos abiertos.

Esta temporada inicia su segundo mandato de cuatro años. ¿Qué queda heredado de la anterior directora, Christina Scheppelmann?

Están algunas producciones que el covid impidió ver como este 'Eugene Onegin', que inaugura la temporada y 'Lohengrin', una producción liderada por nosotros de Katerina Wagner que vendrá la temporada 2024-25, a parte de la reposición de 'Carmen' también prevista esta temporada.

El Liceu y el barrio en el que está se ignoraban mutuamente. 'La gata perduda' ayudó a cambiar esta dinámica

Desde su llegada el Liceu se ha transformado con acciones como llenar de plantas el teatro y la ópera comunitaria con vecinos del Raval.

Con Valentí Oviedo, director general, compartimos la idea de mover las fronteras del Liceu, de ampliar el proyecto, sobre todo en lo referente a accesibilidad. Queremos sumar más públicos. El Liceu y el barrio en el que está se ignoraban mutuamente. Realizar un proyecto común como 'La gata perduda' ayudó a cambiar esta dinámica. Y es el ejemplo de lo que hay que hacer: cuestionar la ópera como género y al propio Liceu para redefinirlo en el siglo XXI.

Si por falta de presupuesto ha de reducir programación qué suprimiría antes, ¿las acciones artísticas o proyectos como la tetralogía wagneriana con Castellucci?

No renunciaría a la esencia del proyecto pero lo reduciría de escala. No podemos dejar de ser accesibles, ni dejar de ser uno de los teatros de ópera referentes en el mundo o tener una temporada de danza. No podemos tampoco dejar de expresarnos a través de unos artistas plásticos, que son profetas de la sociedad que está por venir.

El presupuesto ha crecido. De 38,5 millones en 2020-21 ha pasado a 53,6 millones esta temporada. ¿El dinero es lo que marca a la hora de ser un teatro de primera?

No. Es el sueño y la ambición como teatro. La ópera es un género que explica el sueño de la humanidad pero también es un gimnasio de las emociones. Las relaciones que estableces con diferentes artistas son muy importantes. Si deciden vincularse a tu teatro el sueño puede costar millones o cero.

"Nos interesan montajes que hablen de la esclavitud contemporánea, las maneras de amar, los temas de género, la agresión al planeta"

¿Cuál es el mayor reto de cara al futuro?

Mantener este equilibrio entre la calidad, lo unviversal, lo local y la accesibilidad. La programación no es una lista de títulos sino una invitación a un viaje. Y no es una elección inocente, debajo hay un posicionamiento ético y político. Nos interesan montajes que hablen de temas que afectan a nuestra sociedad como la esclavitud contemporánea, las maneras de amar, los temas de género, la agresión al planeta...

Pero sin voces el Liceu no es nada. Entre sus misiones está descubrir a nuevos fenómenos como Lise Davidsen.

Mi primera misión es proyectar nuestro sueño en las voces de futuro para que formen parte de él. Lise Davidsen es una de ellas. Hoy ya es una realidad, cuando iniciamos nuestra relación con ella no lo era aún. París, Metropolitan y Liceu han estado a su lado desde el principio. Es algo que no olvida, un vínculo que quiere mantener.

Un momento del primer concierto con plantas como público celebrado en el Liceu, el 22 de junio.

Un momento del primer concierto con plantas como público celebrado en el Liceu, el 22 de junio. / ACN / PAU CORTINA

¿Qué pasará con Netrebko, la gran estrella rusa con vínculos con Putin?

Con ella hubo cierta hipocresía por parte de los teatros de ópera. Una temporada la condenaban y cancelaban todos sus contratos y a la siguiente aparecía silenciosamente en sus programaciones. Prefirió no venir a la gala del 175 aniversario para que la polémica no afectara a nuestra celebración. Fue muy generosa. Más allá de sus opiniones, los artistas han de poder sobrevivir. Netrebko sigue siendo una cantante descomunal con enorme carisma. Hemos recibido numerosas peticiones del público para que venga. No lo descarto, pero no está prevista en las dos próximas temporadas.

¿Potenciar las voces españolas es una prioridad?

Es un deber. Yo empecé una tímida carrera como cantante. Entonces cantar en el Liceu era un milagro. No puedo ignorar estos sentimientos ahora que estoy en el otro lado. Apoyar a los cantantes de kilómetro cero es mi obligación. Sería difícil si no hubiera buenos intérpretes, pero ahora mismo hay cantantes extraordinarios. El problema es hallar a una Brunilda para cantar todo el ciclo del Rin, pero para interpretar bel canto, Mozart y Verdi tenemos un montón. Por ejemplo, Sara Blanc, Serena Sáenz, Carlos Pachón, Saioa Hernández, Núria Rial... Y conste que todos cantan en el Liceu es por su calidad, no por su pasaporte.

¿Alguno alcanzará el status de las estrella de la lírica?

Sin duda, salvando las diferencias con Montserrat Caballé, Josep Carreras o Plácido Domingo, no podemos descartar que alguna de estas voces pueda logralo. Pero todos están trabajando con los mejores, como Daniele Gatti y Zubin Mehta.

¿Pasará igual con los compositores?

En este país tenemos a muchos compositores que solo han estrenado una ópera en el Liceu. La primera ópera no ha de ser un éxito. Mozart, Verdi y Wagner tuvieron una evolución antes de llegar a sus grandes óperas. Debemos estimular el talento, acompañarlo.

A la compositora Raquel García-Tomás le fue muy bien con 'Alexina B'. ¿Volverá con algo nuevo?

Tardaremos cuatro o cinco temporadas, pero es evidente que volverá. También tras el estreno esta temporada de 'Orgia' de Héctor Parra volveremos a contar con él para otra pieza y con Joan Magrané. Además están todos aquellos que pueden salir de Oh!Pera, un laboratorio que permite experimentar con este género. Hay muchas ganas, por ejemplo, de ver cómo evoluciona Marc Migó tras el esteno de la micro-ópera 'The Fox Sisters'.

Es significativo el homenaje a Victoria de los Ángeles con motivo de su centenario. ¿Mejor tarde que nunca?

La cantante tuvo una relación con el Liceu muy especial. Fue de amor-odio. Al principio fue muy querida y de repente desapareció inexplicablemente del Gran Teatre. Aunque no seamos nosotros los responsables de aquello deberíamos pedir perdón a la pobre Victoria porque se la privó de estar junto a su público en unos años donde, pese a triunfar en todo el mundo, también necesitaba actuar en su casa. Lo compensó actuando en el Palau de la Música Catalana pero el Liceu se perdió una parte importante de su carrera. Había que repararlo.

¿La polémica es buena para el Liceu? El año pasado se montó una buena con la puesta en escena de 'Tosca'.

La polémica no es mala siempre que sea constructiva y que no haya una falta de respeto. Al menos durante una serie de días hubo una conversación elevada, más allá de los cotilleos y de los culebrones. Que se hable de cultura es importante y también que hubiera posicionamientos a favor y en contra de lo que Rafael Villalobos quiso explicar.

Confiese, ¿son más estrella los cantantes o los directores de escena?

Hay de todo en todas partes. A veces los artistas más reputados tienen una generosidad increíble y otros en determinado momento son puro fuego y se encienden por cualquier cosa. La ópera es un mundo de pasión. Pero la pasión y el drama no solo están en escena, también a su alrededor, en la cocina del Liceu. Al final, lo importante es estrenar con amor y que todo el mundo, pese a las discusiones que hayan existido, esté conforme con la solución acordada.

Josep Pons acaba en 2026 su contrato de director musical. ¿Preparan ya su relevo?

Estamos mirando cómo acordar el proceso de selección porque a diferencia de antes, la orquesta participará en él. Hemos de reunirnos para estudiar cómo será el proceso y qué nombres interesan.

Antiguamente los directores no querían a dirigir al Liceu. ¿Ya no pasa?

Desde que Pons ha logrado que la orquesta tenga ese sonido propio con esa magia las cosas han cambiado. La orquesta ahora seduce a grandes nombres. Tener a Dudamel con tanta frecuencia hace que ahora cuando llamas a un director, rápidamente acepte venir.

Víctor García de Gomar, director artístico del Liceu.

Víctor García de Gomar, director artístico del Liceu. / Ricard Cugat

Uno de los objetivos era rejuvenecer el público.

La ópera para el público de menos de 35 años a precios muy asequibles funciona. El Under 35 es un éxito pero el reto es ver cómo pasan de esto a convertirse en público ordinario. Es importante sembrar aunque los frutos de este trabajo seguramente los recojan los equipos que vengan después.

¿En 10 años dónde debe estar el Liceu?

La ópera es cara y por más apoyos públicos y privados, necesitamos que la gente compre entradas. Si no somos capaces de estimular un público joven, todo esto quedará en nada. En 10 años me gustaría que el Liceu estuviera enganchado a nuestras propuestas, a un viaje que estimule un crecimiento con un impacto de emoción, de sensibilidad y hasta de rechazo. La fealdad y los mensajes desgarradores también hacen reflexionar.

Pasados los fastos del 175 aniversario ¿Qué le preocupa más?

En una institución como la nuestra o creces o dejas de existir. El Liceu Mar ayudará a tener no solo otro edificio sino a ofrecer un contenido premium para todos los públicos. Hay mucha gente a quien el Liceu no le resulta interesante. Necesitamos nuevos proyectos para llegar a todo el mundo.

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