Crónica

Morad, el extraordinario grito de la existencia en el Sant Jordi Club

ENTREVISTA | Morad: "Mi sueño es dormir tranquilo. Tengo 24 años y aún no he podido"

Ignasi Fortuny

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Esta crónica no es más que la constatación de un grito que reclama su existencia y que cristaliza en la música de un chaval, uno entre tantos, que se empeña, insumiso, rebelde y a veces con el foco encima por funambulista de lo correcto, en que el eco de su bramido se escuche siempre un poco más allá. 

Y contra todo pronóstico y contra todo, así nacen muchos de esos tantos, Morad demostró esta noche, en la primera de sus tres noches en el Sant Jordi Club con 4.600 asistentes (muchos de ellos muy jóvenes), que el berrido llega y derriba muros que parecían infranqueables para aquellos que poco tienen escrito en las casillas que van por delante de hoy en el calendario. El rapero de L’Hospitalet recordó con ‘Aguantando’ al poco de empezar -antes pasaron como teloneros algunos de sus colegas que han surgido en el ecosistema MDLR, como Delajowy- aquello de que “el gueto nunca salió de mí”, marcado de por vida por todas esas historias de oscuridad callejera que explican su existencia, y ahora también su éxito. 

Morad, que viene de una gira extraordinaria por Europa, se presentaba ya con el título de ‘reinsertado’, que él mismo presume en su primer disco, anoche largamente expuesto en el escenario. Salió a lucirlo en “Barcelona, mi casa”, visiblemente conectado con el público, agradeciendo los primeros hurras con suaves golpecitos con la mano en su pecho, cubierto un día más con un chándal.  

Morad mostró de alguna manera en el escenario ese tránsito que suavemente ha hecho su carrera, de las crónicas de los márgenes y llamamientos intimidatorios a la lealtad (‘Un amigo me fallo’) a los relatos del asalto al éxito sin olvidar su pasado, con los tropiezos que existen y expone en, por ejemplo, la gigante ‘Soñar’. 

Pasó el del barrio de La Florida, ya con 24 años y al que se le entienden romances, por canciones más acarameladas -una de estas fue su primer gran éxito, ‘A escondidas’- como ‘Dominicana’, pero él mismo tumbó de nuevo rápidamente -espectáculo de constantes idas y venidas y, sin duda, de un tamaño acorde a su figura, por los visuales y por la ahora ya imprescindible cámara sobre el escenario- para reivindicar la autenticidad con temas como ‘Bobo’, ‘Yo no voy’ [de mafioso] o ‘Motorola’, icono de subsuelo. 

Como ejemplo de los giros de guion, siempre presentes en los finales, destacó una versión acústica y sentida de ‘Mama me dice’, y la aparición del escurridizo Beny Jr (‘No estuviste en lo malo’, ‘Sigue’), amigo con el que ha logrado cumplir sus sueños. “Espero que cumpláis los vuestros”, había dicho Morad minutos antes. Porque su figura también está aquí para recordar que el suyo es un grito extraordinario.

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