Luz mágica

Neones y arte, un romance incandescente: de Fritz Lang a Winding Refn pasando por Tom Waits

Los tubos de gas electrificado han marcado sobremanera la creación cultural del último siglo

MULTIMEDIA| Ruta por el 'boom' de los rótulos de neón en Barcelona

Combo neones en el cine y la música. En el cine: Taxi driver, Blade Runner y Hardcore un mundo oculto, y los discos Record, de Big Star; The heart of saturday night, de Tom Waits; Carabruta, de Gato Pérez

Combo neones en el cine y la música. En el cine: Taxi driver, Blade Runner y Hardcore un mundo oculto, y los discos Record, de Big Star; The heart of saturday night, de Tom Waits; Carabruta, de Gato Pérez / El Periódico

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

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No es casualidad que la actual recolonización de calles y locales por rótulos de neón llegara precedida por la consagración de Nicolas Winding Refn con ‘Drive’ (2011), obra mayor del hiperestilizado género conocido como neon-noir; de hecho, buena parte del trabajo del cineasta danés, también autor de ‘The neon demon’ (2016), está marcada por los neones, sea por su presencia, sea sobre todo por su influencia en la iluminación. Él alega que es debido al daltonismo. También una película destacada de estética neon-noir es ‘El lago del ganso salvaje’ (2019), del director chino Diao Yinan, si bien en este caso quizá deberíamos hablar de led-noir por las secuencias de escúteres iluminados y de baile con deportivas ídem. En los tramos ‘sixties’ del thriller psicológico ‘Última noche en el Soho’ (2021), de Edgar Wright, apenas cabe un neón más, y en la secuencia de los títulos directamente no cabe.

Asimismo funcionaron como avisos de la nueva venida del neón las portadas de 'Britney Jean' (2013), de Britney Spears, y 'Bangerz' (2013), de Miley Cyrus, y los videoclips de ‘Neon lights’ (2013), de Demi Lovato; ‘Music to watch boys to’ (2015), de Lana del Rey, y ‘LMK’ (2017), de Kelela. Arcade Fire, cuyo segundo album se titula ‘Neon Bible’ (2007), como la novela de John Kennedy Toole, y está ilustrado en consecuencia, reincidió en el ‘look’ de los rótulos en el diseño de ‘Everything now’ (2017).

La visión de Fritz Lang

El inventor francés George Claude instaló el primer tubo de neón en el Salon de l’Automobile et du Cycle de París de 1910. Su expansión con fines comerciales en las grandes ciudades fue fulgurante. Ya en 1927 la nueva luz tuvo un reflejo artístico en ‘Metrópolis’, de Fritz Lang, tanto en el laboratorio del científico Rotwang como en las alturas de la megaciudad. El director austriaco citaría como una fuente de inspiración para la película una visión que tuvo de Nueva York en 1924: "Vi una calle iluminada como si fuera pleno día por luces de neón".

Sordidez

En la década de 1970 los neones habían perdido su aura de modernidad para convertirse en símbolos de sordidez urbana. En este contexto hay que interpretar el nombre de The Neon Boys, efímera banda de la que no saldría una formación capital del rock neoyorquino sino dos: Television, con Tom Verlaine al frente, y Richard Hell & The Voidoids. Nadie en la música como el primer Tom Waits exprimió esa estética decadente, presente en la tipografía de ‘Closing Time’ (1973) y de manera más explícita en la ilustración de ‘The heart of saturday night’ (1974) y en las fotografías de ‘Blue Valentine’ (1978). Si Waits se sentía como pez en el agua en la tramposa noche de colores, a Ray Davies, un hombre en guerra con el siglo XX, le daba más bien pena y así nos lo hizo saber en la canción de The Kinks ‘Underneath the neon sign’ (1975). Siempre hay una excepción: los Modern Lovers de Jonathan Richman todavía celebraban el coche, el rock and roll, la radio y los neones en 'Roadrunner' (1976). Gato Pérez tiró de bar de mala catadura con neón rojizo en la carátula de su golfante primer elepé, ‘Carabruta’ (1978).

Camino al infierno

De acuerdo, en ‘American graffiti’ (1973), de George Lucas, los neones son un elemento de la oda a los tiempos de la cultura juvenil estadounidense anterior a los Beatles, esa inocencia perdida. Pero el cine de la década de 1970 llevó mucho más lejos que la música popular el uso de los letreros luminosos como símbolo de degeneración de las ciudades. ‘Taxi driver’ (Martin Scorsese, 1976), ‘Driver: el desafío’ (Walter Hill, 1978) y ‘Hardcore: un mundo oculto’ (Paul Schrader, 1979) hicieron de los neones la señalización del camino al infierno. Los tres filmes están considerados puntales del neon-noir.

Por la misma senda oscura transitaron ya en los 80 ‘Ladrón’ (el formidable debut de Michael Mann, 1981), ‘Blade runner’ (Ridley Scott, 1982) y ‘Calles de fuego’ (Walter Hill, 1984).

Los desacomplejados años 80

Subtitulado ‘una fábula de rock and roll’, el magistral ejercicio de estilo de Hill, no menos magistral síntesis de géneros y clichés, confirmaba que en la década de 1980 todo estaba permitido y nada debía tomarse demasiado en serio. Así fue con los neones. Tiñeron de vicio la tapa de 'Non-stop erotic cabaret' (1981), el primer disco de Soft Cell, en contraposición con el reluciente himno 'Neon lights' (1978), de Kraftwerk, patriarcas del techno-pop; viene a cuento recordar que Marc Almond frecuentó en los 80 en sus escapadas barcelonesas el club Martins, a la entrada de cuyo cuarto oscuro un neón advertía: "Vigila tu cartera". Lo mismo daban los neones un confortable aire retro al videoclip de ‘Uptown girl’ (1983), hitazo planetario de Billy Joel y canción favorita de Lady Di, que indicaban puertas a lo malsano en 'Tercipelo azul' (1986) y 'Twin Peaks' (1990-1991), respectivamente película y serie de David Lynch. Entre tanta polisemia, se llevó el gato al agua 'Cocktail' (1988), 'blockbuster' dirigido por Roger Donaldson y protagonizado por Tom Cruise que selló desde el póster la condición del neón como alegre icono ochentero. En concreto, del neón rosa.

Rockero auténtico

Hay que reconocerle a Miguel Ríos superpoderes proféticos. El rockero auténtico avisó tan pronto como en 1980, en 'Nueva ola', del advenimiento del neón como, quizá, anestésico hedonista. O eso parecen querer decir versos como: "Que por las calles, las aceras / los tejados y las cuevas / el neón de color rosa / se hace cargo de las cosas". Nunca ha sido la claridad una característica de la retórica adivinatoria, pero se diría que hay en ese neón de color rosa una amenaza alienante.

En modo megalómano, Francis Ford Coppola se arruinó con el musical 'Corazonada' (1982), para el que construyó una pequeña Las Vegas en estudio. Con lo fácil que habría sido recurrir al truco de 'Suspiria' (1977), película de Dario Argento que parece filmada 'dentro' de neones.

Conceptual y pop

Numerosos artistas plásticos han incorporado el neón a su obra desde los años 60. Nos quedaremos con uno: Carlos Pazos (Barcelona, 1949). El creador conceptual y pop lo empleó con efectos muy evocadores en las exposiciones 'No hay replay' (1989) y 'Un elefante en el limbo' (1993), y volvió a hacerlo con intención subversiva en la muestra 'Bad painting?' (2023).

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