Crónica de concierto

Morad y Dellafuente celebran su amistad con una hipnótica ópera urbana en el Wizink de Madrid

Dellafuente y Morad, como una pareja feliz y satisfecha, se van del gran escenario del Wizink

Dellafuente y Morad, como una pareja feliz y satisfecha, se van del gran escenario del Wizink / Gianfranco Tripodo / RED BULL

Ignasi Fortuny

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En un mundo repleto de egos gigantescos, de celos y dudas, de compadreo, a veces, artificial, de contratos que prohíben una cosa y la siguiente, de burocracia extenuante, de calendarios sin fechas, es difícil que haya dos estrellas de la música que decidan reunirse en un gran evento para celebrar su amistad. Y salgan de esa fiesta agarrados del hombro, como una pareja feliz y satisfecha que deambula sin rumbo, y bailando lentamente al son, por cierto, de 'Tu sonrisa', de Elvis Crespo. Sí, hay una multinacional detrás de esta imagen (Red Bull), incentivándola, pero no son los dos protagonistas de esta página sospechosos de mercantilizar su arte a toda a costa, aun sabiendo que esto, claro, es un negocio.

Es decir, Morad y Dellafuente han querido hacerlo porque uno lo ha hecho con el otro, para mostrar de una manera singular, como sin duda ha sido este martes el primero de sus dos conciertos conjuntos en el Wizink de Madrid, la relación de admiración y respeto que tienen. "Agradezco a Dellafuente todo lo que ha hecho por mí desde el primer día, me dio consejos y me dijo: 'ahí está el camino, disfruta chavalín'", recordó Morad al final de una noche apoteósica. De esos consejos hace ya más de cuatro años: la leyenda del de Granada se ha hecho aun más grande a la vista de su público, quizá el más fiel y devoto de un artista español; y el rapero de L'Hospitalet de Llobregat ha crecido como la bola de nieve que se convierte en avalancha imparable.

La unión entre ambos se escenificaba anoche con dos escenarios en los que había un pequeño cubículo hecho con falsos ladrillos y un gran andamio, unidos por una larga pasarela -con sus farolas callejeras de luz tenue-, que iba de un extremo al otro del pabellón partiendo al público en dos. Una ciudad proyectada en tres dimensiones, con sus escenas cotidianas incluidas (motos circulando a todo gas, algun teatral robo de cartera, etcétera), inspirada claramente en el 'show' de la última gira del granadino y que ha impregnado también la parte del rapero del barrio de La Florida, siempre con una presentación más cruda y visceral.

Hermandad

Ese era el atractivo escenario para la gran ópera de música urbana que iban a interpretar dos de sus máximos exponentes. Dos personajes distintos y a la vez parejos en muchas cosas, como en lo de hacerse mayor entre la penumbra y haberse convertido en figuras gigantes."Nunca en mi vi'a había pensa'o en ser cantante; queríamos ser to's narcotraficantes; me rio de to's los que se reían de lo que hago, mira hermano; ahora me da igual que se me acabe el paro", entona Dellafuente en 'Dile', una de las cuatro canciones con las que abrió el espectáculo. Un crecimiento que Morad refleja, por ejemplo, así en la sesión con Bizarrap, uno de los momentos de anoche: "No tenía para entrar en las tienda'; dudo que ese mundo tú ya lo entienda'; me tenía que robar to'a las prenda'; ahora pago to' los meses Hacienda".

La hermandad se cultivó en un espectáculo troceado en varios actos: uno para sus temas más populares; otro para interpretar canciones de otros artistas (Morad cantó 'Mariachi', de su colega Beny Jr, '13/18', del propio Dellafuente.... Y el de Granada, por ejemplo, 'El aire', de Maka, el momento más flamenco de la noche); otro para colaboraciones... Y ahí la hermandad sumó miembros, y el espectáculo, histeria y decibelios. Desfilaron por la callejuela Maka, RVFV, Lola Índigo y Rels B -quizá, solo quizá, en el segundo día de concierto, este miércoles, haya más nombres mayúsculos...-. El público, que gritaba a cada nuevo rostro más y más, echó en falta a un ausente Beny Jr, pues coreó su nombre hasta tres veces.

Icónicos

La hora y 45 minutos de concierto, tiempo en el que no pararon de suceder cosas, estuvo repleta de momentos icónicos, potentes imágenes simbólicas impensables años atrás, aunque no fue hasta la segunda mitad del 'show' cuando se mezclaron de verdad Morad y Dellafuente. Cantaron casi todo su EP conjunto, 'Zizou', y a media interpretación de 'Figo' se fundieron en un primer y gran abrazo en medio de la pasarela.

Quedaba aun una parte en la que cada uno subió revoluciones, convirtiendo el Wizink en un inmenso club para luego volver a la exitosa mezcla. "Se supone que había que hablar ahora, pero sobran las palabras. Te quiero, hermano", dijo el de Granada anunciando el arreón final. De espaldas uno con el otro, cantaron el 'remix' de 'No estuviste en lo malo', en una escena tan sencilla como visualmente hipnótica, recordaron el inicio de todo, su primera colaboración, 'Dineros', y pasaron por 'KTM', donde Morad seduce a Dellafuente para rapear con dureza, antes de dar la oportunidad al público de corear por primera vez en directo 'Manos rotas', su reciente gran éxito cocinado a pachas, y celebrar que la hermandad está más fuerte que nunca.

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