Pablo Alborán, víctima de los Grammy, se resarce en el Palau Sant Jordi de Barcelona
Más de 15.000 personas disfrutan del concierto del malagueño
Alborán, el español con más nominaciones en los Latin Grammy
Jordi Bianciotto
Periodista
Los Latin Grammy se les siguen resistiendo a Pablo Alborán, pero él sigue yendo a lo suyo, que es llenar grandes espacios a su libre manera, con o sin la bendición de los académicos de una industria con la vista decantada hacia el otro lado del Atlántico.
El suyo sigue siendo un modo distinto, propio, de colarse en el escaparate comercial, latino pero de muy matizado tropicalismo, con introspección y suave melisma sureño, como volvió a demostrarnos este sábado en un Palau Sant Jordi con todo el papel vendido (15.100 asistentes, según la promotora 'The Project').
El último álbum del malagueño, 'La cuarta hoja', título que alude a un trébol imposible (que está en nuestro interior, ha dicho él, cuál gurú ‘new age’), salpicó la sesión con siete de sus once canciones y una sustanciosa amplitud de acentos. Ahí estuvieron las brumas de 'Voraces', el toque flamenco-rumbero de 'El traje' y la montaña rusa sentimental de 'Viaje a ningún lado' (lástima que no se oyó el toque de mariachi del disco). Y sacudiendo las gradas, el subidón pop de 'Ave de paso', su dueto con Ana Mena.
Poesía brumosa
Alborán se mueve a veces en torno a un 'no lugar' (así lo indicó una vez a este diario), entre la latinidad y el baladismo. Un espacio trémulo del que saca partido, aunque en el plano lírico nos invite a veces a especular en torno a qué huelen las nubes con esos textos poéticos de extraviada concreción. Ahí estuvo el culebrón (enrevesado) de 'Saturno', despuntando pese a todo en el primer bloque.
Pero, en acústico, sujeto a la guitarra de cuerdas de nilón, dio Alborán algunos de sus mejores registros: la lejana ‘Solamente tú’ (de los tiempos del sofá blanco aireado en Youtube en 2010), enlazada con ‘Perdóname’. De ahí a una sorpresa, la bossa nova de ‘Al paraíso’, pieza ajena al guion de la gira, entrelazada con la voz amiga de Silvia Pérez Cruz, invitada de la noche. Tema sobre "amores prohibidos" y sublimaciones "sin pedir permiso". También en la clave intimista se situó una canción nueva, todavía no publicada, ‘Inciso’, que defendió al teclado y que alude a la fugacidad de las gratificaciones en los tiempos modernos.
Concierto sin trucos
Aunque suministrara algunos meneos con vistas al trópico (como ‘4U’ o la otra inédita, ‘Si quisieras’, más banal), lo suyo se movió entre unos pliegues emocionales delicados, se diría que conectando con cada asistente uno a uno, sin sobreactuación ni exceso de espectáculo. Escenario sin trucos ni pasarelas y un Sant Jordi sereno, atento a cada inflexión del repertorio, consolidando la percepción de Alborán como artista adulto, ya alejado del fenómeno fan más estridente.
Hubo que aguardar al final para asistir a cierto desmelene general a cuenta de los números más efervescentes, como ‘Vívela’, ‘Llueve sobre mojado’ y ‘Amigos’, muestras de un Pablo Alborán más físico que poético, latino y pop, propenso a la algarabía aunque alejado de su perfil más genuino y distinguible.
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