Entrevista

Javier Melero: "Comprendo los argumentos contra la amnistía, pero prefiero que se dé"

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El abogado y escritor Javier Melero

El abogado y escritor Javier Melero / RICARD CUGAT

Daniel G. Sastre

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Javier Melero (Barcelona, 1958) es un ilustre abogado penalista, que ha defendido a Convergència, a la familia Pujol y a varios acusados en el juicio del ‘procés’. También es un escritor interesante y meticuloso, que estos días publica la novela ‘Frágil virtud’ (Ariel), su tercer libro.

Sus dos libros anteriores, ‘El encargo’ y ‘Cambalache’, son claramente autobiográficos. ¿Cada vez se atreve más con la ficción?

Creo que este ‘Frágil virtud’ ya es el último que está mínimamente anclado en la realidad. El paso siguiente tiene que ser ya 100% ficción.

¿Por qué esa insistencia en este libro en aclarar que todos los personajes que salen son de ficción?

Como he sido muchos años trabajador en esta ciudad y conozco a gente, y salen jueces, salen fiscales, salen abogados, sería muy lógico que alguien pensara que me he inspirado en modelos tomados de la realidad y que buscará identificar a alguna persona conocida. Y por eso he querido dejar claro que no.

Pero es consciente de que esos avisos pueden provocar el efecto contrario, que alguien busque referentes en la realidad.

No, no. Podría ser una estrategia de ‘marketing’, pero no lo es. Lo que pasa es que, claro, es como lo que decía Flaubert cuando le preguntaban quién era Madame Bovary, y decía ‘Madame Bovary c’est moi’. Aquí todo el mundo soy yo, evidentemente, porque trabajo con los materiales que están a mi alcance.

¿Cómo le ayuda su experiencia como penalista en la construcción de diálogos, tan importantes en esta novela?

Me ha ayudado, claro. Quería poner en evidencia que el abogado es un individuo que, a diferencia del policía o del detective, no tiene contacto directo con los hechos y todo lo que sabe son cosas que le explican. Cuando llega al juzgado, llega con versiones orales de la realidad. Luego se documenta y pasan a ser documentales, pero no tiene esa percepción que normalmente es la base de la novela negra. Por eso el policía, por eso el detective, es normalmente el personaje principal, porque está en contacto directo con los hechos. En cambio, el abogado, precisamente por esa misma relación, sabe cosas que la policía puede no saber y que pueden ser importantes para orientar las investigaciones. El abogado tiene una relación un tanto peculiar con la verdad. No forma parte de sus funciones. El abogado se pasa el tiempo buscando la manera de beneficiar a su cliente con la información de la que dispone.

Los juicios mediáticos están de moda como material de ficción audiovisual. Ahí está por ejemplo el triunfo en Netflix del crimen de la Guardia Urbana

Es normal, hay sangre, hay sexo, hay intrigas dentro de un cuerpo policial. Bueno, es que el crimen en realidad, desde Dostoyevski y desde antes, pone de manifiesto las pasiones más profundas del alma humana, y eso siempre interesa e interesará.

¿Tienen mucho que ver los juicios con la literatura?

Sí, pero más con el teatro. El lenguaje jurídico y las actuaciones jurídicas son actos extremadamente formalizados. Y entonces, dentro de ese formalismo, tienes que introducir tu tesis de una manera, por un lado verosímil y por otro, atractiva.

El abogado y escritor Javier Melero

El abogado y escritor Javier Melero / RICARD CUGAT

¿Cuál ha sido su rutina para escribir este libro?

Yo soy muy obediente y escucho a mis mayores y desde luego tanto Vargas Llosa como mucha otra gente tiene dicho que esto de escribir es muy sencillo. Te marcas un horario, te sientas y te pones y al final escribes. Lo he hecho así.

En el libro intenta ajustar cuentas con la fisonomía de Barcelona. La Sagrada Família, las Glòries o la calle Mozart le parecen horrorosas, y otros sitios bonitos. 

Bueno, el protagonista es un personaje, que no soy yo, que está harto de la ciudad.

Entiendo que los gustos son un poco los suyos.

Sí, un poco, pero es un tipo que está harto de la autocomplacencia narcisista con Gaudí, con los restaurantes de tres estrellas y con todo ese entorno. Y lo pone de manifiesto de una manera mucho más cruda de la que me he podido permitir yo nunca. 

¿Cómo ve Barcelona en este momento?

A ver, yo no voy a decir aquello que está mucho más divertido Madrid, que los bares cierran más tarde, que sale más gente, porque es un topicazo de cuñado intolerable. Yo creo que todos los que somos urbanitas, vivimos en realidad pequeños pueblos, utilizamos muy pocas calles de la ciudad, y nuestra visión seguro que está muy, muy restringida. Pero yo creo que Barcelona, la autocomplacencia narcisista de Barcelona, está llegando a ser intolerable hasta para los que somos incondicionales.

Usted es una persona con inquietudes políticas. ¿Qué le parece cómo está la ciudad en ese sentido?

Barcelona está en esa encrucijada de muchas grandes ciudades, de estos destinos globales, del temor a la pérdida de su identidad, por un lado, y el temor a perder oportunidades de negocio po otro. Están ganando las oportunidades de negocio. Es una ciudad controlada por el Partido de los Propietarios Inmobiliarios y el Partido de los Turistas, que la acabarán agotando, la venderán y será un caparazón sin alma. Pero bueno, espero no verlo.

Como persona implicada en el juicio del ‘procés’, ¿cómo ve la posibilidad de una amnistía?

Yo aquí tengo una posición un tanto extraña, porque comprendo todos los argumentos contra la amnistía, pero prefiero que se dé. Y sé que es una amnistía triste, desilusionada, que no servirá posiblemente para nada, que genera nuevos insultos hacia los demócratas españoles, pero yo prefiero que esa gente no vaya a la cárcel y no tenga que padecer consecuencias por lo que fue, en palabras del Tribunal Supremo, una ensoñación colectiva.

¿Por qué dice que provocará nuevos insultos a los demócratas españoles? 

Porque el único discurso que les permite sobrevivir como alternativa política es la de descalificación permanente de España y de la democracia española. Sin eso no tendrían prácticamente razón para existir.

Llama la atención que sea tan contundente en sus opiniones sobre el independentismo cuando ha sido tanto tiempo abogado de ilustres independentistas.

Es que hay una cosa que yo encuentro muy normal, pero igual es una rareza. Yo no les detesto: soy crítico con el independentismo, pero los independentistas me parecen tan bien o tan mal como cualquier otro. Tengo muchos amigos independentistas, a mí me caen bien, les aprecio. Tengo una diferencia política que en mi caso no me lleva a polarizarme, pero veo que el fenómeno va por otro lado. Veo que la gente asimila la descalificación personal con la política, cosa que no puedo entender. 

Indultos, reforma de la sedición, la posibilidad de la amnistía... ¿Sirven para cerrar heridas en Catalunya?

Bueno, van sirviendo. Esto lo dice mucho Sánchez y todo el mundo le da, pero es verdad, se está mejor ahora que en 2017. No sé si se puede establecer una relación causa-efecto directa o ha sido por otras cosas, pero bueno, en principio, ahora se está mejor que en 2017, eso es verdad. Y seguir como en 2017 era insoportable.

También como abogado histórico de la familia Pujol, ¿cuánto de Jordi Pujol hay en la Catalunya actual? ¿Cree que logrará el resarcimiento de su figura que busca en los últimos tiempos?

Creo que la Catalunya actual es una creación de Pujol. Es de aquellos hombres, no hay muchos, que consiguen proyectar su idea sobre un determinado país y una determinada ideología a un número de personas muy, muy amplio. Y muchos de los tics de la Catalunya actual son los tics de Pujol. Desde luego Pujol, primero que era un profesional que conocía su oficio y segundo que tenía dos dedos de frente, no todos los que le han sucedido pueden decir lo mismo.

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