A los 77 años

Muere Terence Davies, el director más introvertido y personal del cine británico

Autor de obras tan personales como ‘Voces distantes’, ‘La biblia de neón’ y ‘The deep blue sea’, ha fallecido a los 77 años

El cineasta británico Terence Davis, en una imagen de archivo.

El cineasta británico Terence Davis, en una imagen de archivo. / JUANJO MARTÍN

Quim Casas

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Fallecido ayer a los 77 años, Terence Davies se convirtió a finales de los años 80 en una de las voces más personales del cine británico. En tiempos del restrictivo gobierno Thatcher, Davies comenzó a pergeñar una filmografía independiente y alternativa en la que repasaba buena parte de su niñez y juventud en el seno de una conservadora familia de Liverpool. En sus tres primeros cortometrajes, agrupados como ‘La trilogía de Terence Davies’ (1984), habló sin tapujos de la represión religiosa, los malos tratos de su padre y la conflictiva relación con sus compañeros de escuela, entre otros temas que forjaron su distanciamiento. Era un joven introvertido, familiar y homosexual a quien el mundo le cayó encima como una losa. Sus primeras películas fueron una suerte de exorcismo, a veces airado, a veces comprensivo.

 Llegó a lo más alto en los circuitos de la cinefilia independiente con su primer largometraje, ‘Voces distantes’ (1988), en el que relató, con una estructura narrativa muy moderna y un uso especial de las canciones tradicionales, la relación con un padre tóxico y los ritos familiares y de la comunidad. ‘El largo día acaba’ (1992), en la que sumó su pasión por el cine como arma de evasión, fue la estilizada prolongación de la primera película. Las delicadas y cuidadas composiciones visuales de Davies, repletas de tensión soterrada al relatar un mundo esencialmente machista, católico y conservador, se relacionaban con estándares, canciones populares y músicas cinematográficas a cargo de Doris Day, Peggy Lee, Nat King Cole, Ella Fitzgerald y otras estrellas musicales de los años 40 y 50, la época siempre evocada por Davies, el lugar del sufrimiento, pero también del refugio (materno).

 Tras este bloque autobiográfico, Davies se inclinó por las adaptaciones literarias de textos que le eran muy cercanos en cuanto a las experiencias de sus personajes. ‘La biblia de neón’ (1995) se basa en la primera novela de John Kennedy Toole, mientras que ‘La casa de la alegría’ (2000) adapta el texto homónimo de Edith Wharton. En 2007, ahora para el medio radiofónico, realizó una dramatización de ‘Las olas’ de Virginia Woolf, en ‘The Deep blue sea’ (2011) tomo como punto de partida una pieza del dramaturgo Terence Rattingan y en ‘Historia de una pasión’ (2016) puso en escena la compleja vida de la poetisa Emily Dickinson. También hizo películas sobre artistas menos conocidos, caso del poeta homosexual Siegfried Sassoon en ‘Benediction’ (2021), la que a la postre sería su última película.

 En sus primeras cintas prevalecía la comunidad sobre el individuo –siempre desde la perspectiva del niño que era el mismo Davies recordándose a sí mismo–, por lo que los repartos eran más corales. Pero a partir de los años 90 trabajó con actrices tan conocidas como Gena Rowlands, en ‘La biblia de neón’; Gillian Anderson, a la que con su papel en ‘La casa de la alegría’ le dio una alternativa a una carrera muy condicionada por la presencia de la actriz en ‘Expediente X’; Rachel Weisz en ‘The Deep blue sea’ y Cynthia Nixon –la Miranda de ‘Sexo en Nueva York’– en ‘Historia de una pasión’. 

 Si en un tiempo se dijo que George Cukor e Ingmar Bergman eran los realizadores que mejor dirigían a las actrices, en esa categoría debería estar bien presente Terence Davies. Los trabajos de estas intérpretes son especialmente notorios, sosegados pese a la conflictividad dramática de las historias. Lo son en parte gracias a la sensibilidad y amabilidad, en el cine y en la vida privada, que definió a Davies, uno de los grandes, aunque menos conocidos, del cine británico.