50º aniversario de su muerte

George R. R. Martin, Brandon Sanderson, Patrick Rothfuss...qué opinan de Tolkien los grandes del género fantástico

Así han analizado ocho autores contemporáneas la huella del autor de 'El Señor de los Anillos' sobre los escritores actuales

George R. R. Martin, Brandon Sanderson, N.K. Jemisin, Patrick Rothfuss, Andrzej Sapkowski y Joe Abercrombie

George R. R. Martin, Brandon Sanderson, N.K. Jemisin, Patrick Rothfuss, Andrzej Sapkowski y Joe Abercrombie / ANATOLY MALTSEV / EFE / DAVID CASTRO / JORDI COTRINA / RICARD CUGAT / DANNY CAMINAL / JORGE GIL

Ernest Alós

Ernest Alós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Explica Edward James, medievalista inglés y experto en fantasía y ciencia ficción, que el impacto de la obra de J. R. R. Tolkien sobre todos los autores de fantasía que han llegado después de él es tal que «o bien lo imitan o bien tratan desesperadamente de escapar de su influencia». Con motivo del 50º aniversario de la muerte del creador de El Señor de los Anillos, que se cumple este sábado, hemos echado la vista atrás y repasado las entrevistas publicadas en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA en los últimos años a algunos de los grandes autores vivos del género fantástico. Y en pocas de ellas ha dejado de aparecer la figura de Tolkien como influencia inevitable. 

George R. R. Martin.

George R. R. Martin. / JOAN CORTADELLAS

Tolkien (Bloemfontein, Sudáfrica, 1882-Bornemouth, Reino Unido, 1973) , filólogo especializado en la literatura nórdica de la Alta Edad Media, hizo que la impronta medieval fuese casi connatural al género de la fantasía épica. Otro R. R., George R. R. Martin, explicaba en una entrevista con nuestro compañero Ricardo Mir de Francia que cuando pasó de la ciencia ficción a la fantasía con su Juego de tronos, la ambientación medieval ya venía incorporada con el género. Para él «Tolkien es el gigante del que deriva toda la fantasía moderna» pero es inevitable que sus seguidores se distinguieran de alguien que «nació en el siglo XIX» y era un académico, lingüista, producto de la «Gran Bretaña de la época». Y veterano de las trincheras de Flandes. «Él era un hombre de una época distinta (...) Yo soy producto de la generación de los babyboomers, hijo de una familia obrera de Nueva Jersey. Tengo formación de periodista, vengo de la subcultura de la ciencia ficción, fui objetor de conciencia en Vietnam. Todas esas diferencias se reflejan en nuestra literatura, aunque sin su precedente mis libros quizá nunca se hubieran materializado». 

El escritor Brandon Sanderson, durante una de sus últimas visitas a Madrid.

El escritor Brandon Sanderson, durante una de sus últimas visitas a Madrid. / DAVID CASTRO

Pero incluso quienes se mueven en el reverso de Tolkien, como Martin, con antiheróes en lugar de héroes y finales que poco tienen que ver con la «eucatástrofe», el muy cristiano final cataclísmico pero salvífico del británico, juegan en su campo, según nos decía el hoy más que pujante Brandon Sanderson. Para él, autores como Martin o Rothfuss «intentan darle otro rumbo a libros que siguen siendo en cierta forma tolkienianos. Lo que intento hacer yo es buscar qué mundos aún no ha mostrado la fantasía. Llevarla más allá. Construir mundos de ciencia ficción en los que suceden historias de fantasía, no mundos medievales». «La literatura fantástica debería ser el género más imaginativo por definición, y en cambio estamos viendo el mismo mundo reciclado una y otra vez», lamentaba en otra entrevista. Según Sanderson, «Tolkien escribió el primer libro de fantasía épica y nos hemos pasado 20 o 30 años tomándolo como referencia. Solo en las últimas décadas la fantasía ha empezado a salir de la sombra de Tolkien y a crecer como un género adulto».

Sí se sitúa Sanderson, creyente mormón, al lado de Tolkien a la hora de cómo reflejar su religión en su literatura. «C. S. Lewis creía que debía dar lecciones con su literatura, Tolkien que la moral debía manifestarse solo a través de la historia. Yo estoy más del lado de Tolkien». 

Entrevista Patrick Rothfuss DOMINICAL

Entrevista con Patrick Rothfuss /

Hablando de Patrick Rothfuss, con quien compartimos unos días en su Wyoming natal en 2011: En El nombre del viento y El temor de un hombre sabio, dos novelas llamadas a ser clásicos, nos explicaba en qué se sentía distante de Tolkien. «Durante mucho tiempo la fantasía se ha centrado en reyes y reinas, sus política y la construcción de imperios... y eso está muy bien. Si quieres crear una tragedia necesitas un héroe. Pero me pregunté si el protagonista no podía ser una persona normal a la que le pasaran cosas interesantes». Ese fue su Kvothe, un juglar seductor inspirado más en Casanova y en el mundo de Ursula K. Le Guinn.

Rothfuss apuesta también por los personajes femeninos y por romper los «grandes clichés y estereotipos en la literatura fantástica», así que en sus libros sí hay un dragón... pero es una bestia torpe y drogada. El papel del sexo, pensando en un lector joven, es para él otro punto de distanciamiento. «En la fantasía urbana, las historias de vampiros en el mundo actual y cosas así, está más aceptado el sexo, pero en la fantasía épica, no. Aquí esto nos lleva otra vez a Tolkien... Pero es imposible que explique la historia de alguien que tiene 16 o 17 años y pretender que el sexo no tiene ninguna importancia para él», nos señalaba, tras salir de una charla con estudiantes de una high school de Eau Claire. 

El escritor polaco Andrzej Sapkowski, en Barcelona.

El escritor polaco Andrzej Sapkowski, en Barcelona. /

El sexo apareció también hablando con el volcánico polaco Andrzej Sapkowski, el padre de la saga de Geralt de Rivia (The Witcher para quienes lo conocen vía Netflix o videojuegos). El papel pasivo de la mujer en el género viene, nos decía, de la fuente de las leyendas, "donde generalmente la mujer es una dama que espera ser salvada, una estúpida criatura sin iniciativa que llora y llora, y (añadía) de Tolkien, al que le costaba dos capítulos explicar que Eowin está enamorada de Aragorn. Seguramente por falta de experiencia en las mujeres. Pero los tiempos están cambiando. En una novela de Joe Abercrombie una pareja se puede ir a la cama después de decir simplemente what the fuck".  

El escritor británico Joe Abercrombie, en Barcelona.

El escritor británico Joe Abercrombie, en Barcelona. / JORGE GIL

Fue quizás Michael Moorcock quien encabezo muy pronto la réplica antiidealista a Tolkien, cuya literatura calificaba de «prosa de enfermería», con su amoral albino Eric de Melniboné. En esa línea encontramos precisamente, a este Joe Abercrombie del what the fuck, rey del grimdark con su larga saga de La primera ley. En una charla en el Celsius de Avilés (con Rothfuss y Sanderson, y sobre Tolkien) destacaba sobre todo cómo el género ha redefinido el rol del héroe. «Aragorn tenía intenciones heroicas, hacía acciones heroicas y como resultado conseguía heroicidades. Pero los héroes de verdad no son tan puros, hay gente que lleva a cabo actos heroicos por motivos egoístas, o sin pretenderlo, o que encabeza una heroica carga que lleva a un desastre». Por cierto, ese día se les pidió que se identificasen con un personaje de El Señor de los Anillos. Rothfuss eligió a Gandalf, Abercrombie a Saruman y Sanderson a Sam. Mírenles las caras y lo entenderán.

En otra ocasión, aprovechó para lamentar la idealización de la violencia en la épica de Tolkien. «El Señor de los Anillos es muy violento, la mayoría de sus héroes son tipos masculinos violentos, héroes nobles y gallardos que después de acabar sobre pilas de muertos y apostar sobre cuántos orcos matarán como si fuesen unos asesinos psicópatas, cuando acaban el día son buenos amigos, estupendos amantes y reyes bondadosos. Es muy cómodo asesinar así. La violencia tiene consecuencias sobre uno mismo. Y claro, sobre la víctima. Pero en la literatura fantástica no supone ningún coste. Yo quiero ser honesto, estoy obsesionado por mostrar las heridas mentales y físicas que deja la violencia». 

La ganadora del premio Hugo de ciencia ficcion 2016   la escritora N K  Jemisin  posa en la librería Gigamesh 

La ganadora del premio Hugo de ciencia ficcion 2016   la escritora N K  Jemisin  posa en la librería Gigamesh  / JORDI COTRINA

Hablamos también de Tolkien con la ganadora tres veces del premio Hugo, N.K. Jemisin, con su Trilogía de la tierra fragmentada. «Lo que hay detrás de todos los elementos de la narrativa fantástica post-Tolkien no es más que elprogreso de la sociedad. Tolkien escribió en los años 40 y 50, antes de la revolución sexual, antes de la era de los derechos civiles, escribía para una audiencia muy específica formada sobre todo por británicos de determinada edad y generación. Una vez que la fantasía se ha integrado en el mainstream ya no puede ser insular, no puede ser un producto específico para ese tipo de lector. La mayoría son mujeres, y si quieres su dinero probablemente sea una buena idea que en el libro haya al menos alguna mujer pasando por allí. ¡E incluso que sea la protagonista! ¡O que las mujeres hagan cosas de mujeres!»

Que la obra de Tolkien se desarrollase en un universo imaginario (mundo secundario, en su terminología), en un universo creado por el autor completamente separado del nuestro, ha pasado a ser tan habitual que, apunta Edward James en su ensayo dedicado a J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis en The Cambridge Companion to Fantasy Literature, «no es fácil entender hasta qué punto eso era inhabitual antes de Tolkien». «A partir de 1955 [año de publicación de El Señor de los Anillos], los escritores de fantasía no tienen que dar explicaciones sobre sus mundos mostrándolos como sueños, o cuentos de un viajero, o proporcionándoles algún vínculo ficcional con nuestro propio mundo», recuerda a su vez John Clute en The Encyclopedia of Fantasy. Pero ese mundo secundario no deja de inspirarse en uno real. Y cada vez más autores deciden utilizar otros elementos de construcción distintos a los del profesor de Oxford. 

Es el caso del sinoamericano Ken Liu, autor de la aún inacabada tetralogía de La dinastía del diente de león. Fantasía épica, dinástica, en un continente imaginado, con intervención de dioses en las vidas de los hombres. Tolkien, pero también Homero. Y las leyendas de la dinastía Han. «Escribo con y al mismo tiempo contra la tradición de la fantasía épica iniciada por Tolkien. Tenemos que reconocer la deuda que tenemos con él, cualquier persona que escribe fantasía sigue sus pasos, pero no ha de haber una única tradición, conectada con la perspectiva europea». Ve una conexión: tanto él como Tolkien, considera, quisieron «rejuvenecer una tradición que había quedado excluida de la literatura», sea la épica anglosajona en el caso del primero o la oriental en el suyo, y hacerla «universal».

Y llegamos a un punto delicado. ¿Era Tolkien racista? «Hay elementos racistas hacia características asiáticas, por ejemplo, pero estaba limitado por sus circunstancias históricas y eso no me impide admirar la grandeza de su trabajo», apunta Liu.

el escritor norteamericano p. djèlí clark en Avilés (Ernest Alós)

el escritor norteamericano p. djèlí clark en Avilés (Ernest Alós) / ERNEST ALOS

El historiador especializado en las culturas afroamericano P. Djèlí Clark, autor fantástico a seguir y bloguero con el muy altertolkieniano nombre de El Haradrim Descontento, este verano en Avilés nos hablaba de sus sentimientos ambivalentes. «En Tolkien la luz y el bien se asocian a lo blanco y lo oscuro, al mal. Hay hombres negros medio trolls, monstruos que no son humanos... Yo amo los libros de Tolkien. Pero no puedo evitar ver eso, es una relación de amor-odio. Es cierto también que quienes lo han estudiado recuerdan que era un lingüista, que intentaba reflejar el mundo medieval, incluyendo su miedo al islam. Y en realidad él no era en absoluto un fascista, se negó a que los nazis utilizaran El Hobbit. Pero que lo encontraran interesante y pensaran que se podía utilizar como algo supremacista blanco quiere decir algo, ¿no?»

Por cierto: releyendo lo que nos explicaron otros autores de primera fila, también quiere decir algo que algunos de ellos no mencionaran a Tolkien. Como Philip Pullman, quien tiene como antagonista en su cruzada ateísta más bien a C. S. Lewis o el trostkista China Mieville, con quien una referencia al Brexit y los hobbits de la comarca tardó medio segundo a convertirse en una diatriba contra el neoliberalismo.

Suscríbete para seguir leyendo