Festival de Sant Feliu de Guíxols

La poesía científica de Jorge Drexler enamora en Porta Ferrada

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El cantautor uruguayo Jorge Drexler, en el Festival de la Porta Ferrada.

El cantautor uruguayo Jorge Drexler, en el Festival de la Porta Ferrada. / Xavier Casals / Festival de la Porta Ferrada

Carles Planas Bou

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Corría la era del Mesoproterozoico cuando el amor nació de la fusión entre células. Desde entonces hasta la posmodernidad, el dulce magnetismo de esa idea ha enloquecido a la humanidad. Y pocos han sabido leer mejor esa obsesión y traducirla en palabras que el cantautor uruguayo Jorge Drexler, el otorrinolaringólogo que metamorfoseó en uno de los músicos más reputados de habla hispana. Ayer, su delicada e inspiradora poesía científica sedujo y enamoró a las 1.500 personas que asistieron a su concierto en el Festival de la Porta Ferrada, en Sant Feliu de Guíxols.

En abril del año pasado, Drexler inició en Girona la gira de 'Tinta y tiempo' (Sony Music, 2022), su decimoquinto álbum, galardonado con siete Grammys Latinos. 16 meses después, el trovador regresó este domingo a Catalunya para desplegar su inegotable lírica y su ritmo cada vez más estilísticamente ecléctico. Su recital despertó sonrisas, pero también lágrimas de belleza, y culminó en una danza eufórica de celebración vital que hizo bueno aquello de que estamos vivos porque estamos en movimiento.

La jornada de ayer del Porta Ferrada fue de las que te dejan con el corazón en un puño. Arrancó al mediodía con la portentosa interpretación de Selma Bruna, cantante de Marala que presentó 'Dorsal' (2023), un debut en solitario marcado por la polifonía vocal. Por la noche, cuando el sol de agosto cedió el paso a la brisa, fue el turno de Drexler.

Amor por todos lados

Como no podía ser de otra manera, el cantautor uruguayo centró su 'bolo' en el amor, que ha marcado su trayectoría en el mundo de la música como lo ha hecho desde el cantar de los cantares. Cuando Drexler habla, se eleva el índice vertical entre la boca y la nariz. El público escucha, pero él no pontifica, sino reflexiona y suelta en el viento presentimientos, como confiesa en el single que da nombre a su último trabajo de estudio. Intercalando temas y explicaciones didácticas, Drexler crea una atmósfera íntima de diálogo con el espectador que ayer dinamizó un concierto de aproximadamente dos horas.

Aun así, es capaz de reírse al ver cómo su poliédrica concepción del amor ha ido evolucionando a lo largo de los años hasta incluso ser contradictoria. "Cada uno que se arregle como pueda, si esto fuera fácil no sería tan bonito", recalca. Pero, a veces, lo es. Drexler frena el concierto por sorpresa y, compinchado, da la palabra al público, donde Jordi hinca la rodilla delante de un millar de asistentes para pedirle a su pareja que se case con él. La acción desferma un júbilo que acompañará el resto de la velada. La vida no para, no espera, no avisa.

En su paso por Porta Ferrada, Drexler presentó algunos temas de su último álbum como la urbana 'Tocarte' —compuesta junto a C. Tangana— o la deliciosa e inusualmente irónica '¡Oh, Algoritmo!', pero también los clásicos más sentidos y coreados por el público de Sant Feliu de Guíxols como 'Milonga del moro judío', 'Universos Paralelos' o 'Todo se transforma'.

Todo eso lo hizo con una banda renovada —y paritaria—, compuesta por habituales solistas que han querido acompañarlo en este viaje, como la pianista catalana Meritxell Neddermann, a quienes cedió el protagonismo en multitud de ocasiones, recalcando que el amor, también el no romántico, es un esfuerzo colectivo de empatía. Se apagan las luces y todo está en calma. Suerte que dijo que sí Bolivia.