Crítica de 'Vesper': una bella distopía

Situada entre el subgénero literario ‘young adult’, la ciencia-ficción más cerebral y contemplativa y las oscuras fábulas de los Grimm, la nueva película de Kristina Buožytė y Bruno Samper es una distopía ambientada en un nuevo mundo a la vez primitivo y ultradesarrollado, una sociedad tecnofeudal resultante tanto de nuestros excesos con la ingeniería genética como del consiguiente colapso ecológico y económico. En su centro coloca a una niña excepcionalmente resuelta enfrentada a los peligros que acechan en un paisaje posapocalíptico mientras trata de mantener vivo a su padre enfermo, y al contemplarla logra convertir elementos narrativos y visuales que películas previas han convertido en arquetipos -títulos como ‘Stalker’, ‘Hijos de los hombres’, ‘La carretera’, ‘Los juegos del hambre’, ‘Elysium’ o ‘Aniquilación’- en algo absolutamente único, a partes iguales nostálgico y moderno.

Con ese fin, Buožytė y Samper prestan menos atención al tejido argumental que a la creación de atmósferas y psicologías y, sobre todo, a la construcción de un universo irresistiblemente denso y visionario que borra las divisiones entre lo vegetal y lo animal y entre lo orgánico y lo sintético, y en el que tienen cabida toques de terror corporal ‘cronenbergiano’; un mundo del todo inhóspito en el que cada interacción amenaza con degenerar en violencia y en el que, a pesar de ello, afloran momentos de calidez y destellos de esperanza.