Entrevista

Sigur Rós: "Después de todo, somos una banda de rock’n’roll"

El grupo islandés presenta este viernes en el Cruïlla su nuevo álbum, ‘Átta’, el primero que publica en diez años, un trabajo motivado por las convulsiones medioambientales y políticas que atraviesa el mundo, según explica uno de los integrantes del trío, Georg Hólm

Crítica de disco: Sigur Rós, un refugio ante la amenaza de catástrofe

Cruïlla 2023: seis conciertos imprescindibles del festival

Sigur Rós

Sigur Rós / Tim Dunk

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Cómo explica que hayan tardado diez años en relevar su último disco, ‘Kveikur’ (2013) con este nuevo trabajo, ‘Átta’ (ocho en islandés, alusión a que es su octavo álbum)?

Ha pasado mucho tiempo, y no es por no haberlo intentado. Hubo un momento, antes de nuestra penúltima gira, en que tratamos de trabajar en un nuevo álbum, pero no llegamos a ninguna parte. Luego, Kjartan (Sveinsson) volvió a la banda y a partir de ahí es como si hubiéramos recuperado nuestra fuerza motriz y todo fue más rápido. Cada disco es distinto y este lo es particularmente.

¿En qué sentido? ¿Diría que ‘Átta’ es un álbum influido por el estado del mundo?

Absolutamente. No sé si la gente lo entenderá del mismo modo que nosotros, y está bien que así sea, pero este disco es acerca de cómo el mundo se ha convertido en un lugar bastante extraño. Es increíble constatar que no aprendemos de nuestros errores y que destruimos nuestro entorno. El cambio climático, la guerra en Europa… No hemos aprendido nada.

¿Un disco para sacudir serenamente nuestras conciencias?

No nos gusta decir las cosas de un modo muy explícito, pero espero que este álbum haga pensar a la gente. Es música que mira hacia adentro, como una reflexión. Me cuesta describirla. Tiene un sonido muy grande y expansivo, pero al mismo tiempo con mucho detalle. ¡Espero que lo que estoy diciendo tenga sentido!

Los textos en islandés y en su idioma inventado, el ‘volenska’ (lengua de la esperanza), contribuyen a que vuele la imaginación.

Hay islandés y vocalizaciones al estilo clásico de Sigur Rós, pero también algo de inglés. Vamos en muchas direcciones en este disco y no tenemos miedo a probar cosas. Es un disco excesivo en su simplicidad. ¡Guau, lo que he dicho!

Cuando se abrieron paso, a finales de los 90, su música desconcertó al no encajar en ninguna casilla: vanguardia, post-rock, dream-pop, ambient… ¿Imaginaban que lo suyo podría alcanzar a grandes audiencias?

Quizá lo pensábamos, aunque ahora, con la distancia, lo vemos un poco loco: éramos cuatro tipos de Islandia cantando en islandés y haciendo una música bastante extraña. Pero lo nuestro no deja de ser rock’n’roll muy básico. Solo el modo que tocamos hace que sea algo distinto.

¿Así ve a Sigur Rós, como una banda de rock’n’roll?

Sí, después de todo somos una banda rock’n’roll. Cada miembro del grupo aporta sus influencias, aunque tenemos denominadores comunes: cuando éramos más jóvenes nos encantaban las bandas de rock como Led Zeppelin, y también Leonard Cohen.

El álbum que los lanzó internacionalmente, el tercero, ‘( )’, conocido como el de los paréntesis, ha cumplido 20 años. ¿Su disco más determinante?

Antes del último tour escuchamos una a una las canciones de aquel disco para ver si era interesante incluirlas en el repertorio, y nos sorprendió comprobar que seguían valiendo la pena tantos años después. Seguramente fue nuestro disco más difícil de hacer. Pusimos en él sangre, sudor y lágrimas. Lo compusimos estando de gira y lo grabamos y regrabamos, porque pensábamos que sonaba demasiado a los conciertos y no era realmente un disco.

Sigur Rós representa cierto cliché acerca de Islandia: música asociada a la naturaleza, cierto aislacionismo propenso a la reflexión o a la evasión.

Todos los clichés tienen una base de realidad. El otro día escuchaba ‘Átta’ mientras andaba por el campo, rodeado de rocas, montañas, unos perros que corrían…, y pensé que este es seguramente el disco más islandés que hemos hecho. Seguramente Islandia nos ha influido siempre, pero aquí es más literal. Islandia es un lugar en el que dispones de mucho espacio para ti y al mismo tiempo te sientes solo en el mundo. Eso te transmite humildad, lo cual es bueno para la creatividad, para tu cabeza.

¿Cómo se sienten actuando en un festival, el Cruïlla, junto a artistas tan diversos como Rubén Blades, Placebo o The Offspring?

Siempre nos ha encantado el ambiente de los festivales y tener en los camerinos de al lado a artistas que admiramos. Admito que ya no me veo estando en el otro lado, con los fans y la multitud, y que a veces nos ha molestado tener interferencias de otros escenarios donde sonaba rock o techno, pero hay un poder especial en la atmósfera que se crea en los festivales.