Entrevista

Relevo generacional en la Tàpies y el Museu del Disseny: "En Barcelona hay una distancia crónica entre su ambición y la realidad"

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El nuevo director del Museu del Disseny, José Luis de Vicente, y la futura directora de la Fundació Tàpies, Imma Prieto.

El nuevo director del Museu del Disseny, José Luis de Vicente, y la futura directora de la Fundació Tàpies, Imma Prieto. / Zowy Voeten

Leticia Blanco

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El Periódico reúne al nuevo director del Museu del Disseny, José Luis de Vicente (Granada, 1973) y a la futura nueva directora de la Fundació Tàpies, Imma Prieto (Vilafranca del Penedès, 1976). Ambos encarnan el relevo generacional que se está produciendo en la cultura barcelonesa. Los dos se tenían en el radar: tienen a varios amigos en común de la escena artística que han frecuentado en las últimas dos décadas, ambos como comisarios independientes. Pero nunca hasta ahora se habían sentado a hablar de la ciudad, sus desafíos, sus deberes y su potencial.

¿Se sienten protagonistas de un recambio generacional?

Imma Prieto: Creo que lo que nos distingue de la generación anterior es que nosotros hemos crecido con un sistema museístico activo y con proyectos curatoriales, la generación de los 90 los creó. También hay que un rasgo diferencial importante: cómo hemos accedido a la institución, es decir, mediante concursos públicos, mecanismos más democráticos. Aunque siempre he pensado que los cambios dependen más de la persona que los impulsa que de la edad. Ni antes todos los directores eran iguales ni ahora tampoco.

José Luis de Vicente: Yo vengo de un espacio que no ha estado legitimado institucionalmente hasta hace relativamente poco. Somos una institución joven en ese sentido. Soy el primer director del Museu del Disseny que no viene de la práctica de la arquitectura, el diseño gráfico o de producto, sino de un contexto, el digital, como espacio de pensamiento. Llevo 20 años trabajando en festivales como el Sónar, acostumbrado a que lo que se hacía no tuviera un espacio institucional. Es un cambio, en efecto. 

"Existe cierta percepción de que las instituciones culturales generan unos umbrales de entrada difíciles y exigentes. Yo aspiro a desactivar esa intimidación. No quiero que la gente vaya a morir en una cartela"

¿Qué peso tendrá en sus decisiones el público?

IP. Todos queremos que todo el mundo venga a nuestras instituciones. Pero ojo, eso no tiene nada que ver con el 'mainstream'. Mi manera de entender la institución es estar al servicio de la ciudadanía, ser capaz de cartografiar qué le interesa más, ser accesible. Creo que trabajamos para el total de la sociedad y que no es lo mismo el público académico que un proyecto con un centro de mayores, por ejemplo. 

JLDV. A mí siempre me ha gustado encontrar la manera de hacer accesible los temas más complejos. Me interesa que haya distintas escalas, que si te quieres sumergir en la complejidad de un conflicto puedas hacerlo. Pero no quiero que el punto de entrada sea intimidatorio. Existe cierta percepción de que las instituciones culturales generan unos umbrales de entrada difíciles y exigentes. Yo aspiro a desactivar esa intimidación. No quiero que la gente vaya a morir en una cartela. Hemos de traducir temas complejos en narrativas comprensibles. 

"Algunas cosas que llamamos museos en esta ciudad tienen más de gente que pasa por la puerta que de generar un rendimiento social efectivo"

IP. No creo en la idea de que la única función de una institución es que pase tanta gente como sea posible. Somos un espacio en el que se cruzan comunidades distintas con necesidades diferentes. Nuestra función es más la de tender puentes, implicar, establecer conexiones, posibilitar proyectos.

JLDV. Seguimos en esa lógica de seguir midiendo el éxito y el fracaso de las instituciones según la gente que entra por la puerta de un museo y en realidad, eso tiene un rendimiento social muy limitado. Voy a ser un poco polémico: algunas cosas que llamamos museos en esta ciudad tienen más de gente que pasa por la puerta que de generar un rendimiento social efectivo. 

José Luis de Vicente (Museu del Disseny) e Imma Prieto (futura directora de la Fundació Tàpies).

José Luis de Vicente (Museu del Disseny) e Imma Prieto (futura directora de la Fundació Tàpies). / Zowy Voeten

"Estoy en contra de las exposiciones 'blockbuster'. Perjudican enormemente el tejido local"

Pero las grandes exposiciones espectáculo son una tendencia en todo el mundo. 

JLDV. Pero hay matices. Yo no le tengo ningún miedo a la cultura popular, que para mí es un tono, una voz y un registro perfectamente válido. El problema es medir el papel de una institución por su capacidad de generar esos artefactos que terminan siendo análogos a un gran acontecimiento deportivo o musical.

IP. Somos instituciones públicas y tenemos misiones que van más allá de la producción de contenido. Barcelona tiene una peculiaridad: es una ciudad con una infraestructura cultural bastante desarrollada en proporción a su población. Ha crecido mucho, pero no es una ciudad de megapúblicos de consumo cultural. No tenemos un modelo de turismo cultural, aunque ha habido ese deseo. A veces pensamos que podemos competir con las grandes capitales como París o Londres. Cuando tengamos los mismos recursos, hablamos. 

JLDV. La palabra espectacular está muy proscrita y yo no tengo un problema con ella, sino con su instrumentalización. 

IP. Yo estoy en contra de las exposiciones 'blockbuster'. Perjudican enormemente el tejido local. Si yo dispongo de un presupuesto, hay que ser consciente de qué haces con él, porque una parte son impuestos de la ciudadanía. Cuando organizas una exposición hay que tener en cuenta a comisarios, artistas, traductores, autores de textos… si yo compro una exposición, mi dinero se va fuera y aquí no queda nada. 

José Luis de Vicente (Museu del Disseny) e Imma Prieto (futura directora de la Fundació Tàpies).

José Luis de Vicente (Museu del Disseny) e Imma Prieto (futura directora de la Fundació Tàpies). / Zowy Voeten

En los últimos años se ha escuchado mucho lo de que Barcelona ya no es lo que era, ¿están de acuerdo?

JLDV. A mi Barcelona me excita mucho. Aquí podemos hacer cosas que no son tan fáciles en otro sitio. Yo estoy trabajando con el Centro de Supercomputación y con el Instituto de Ciencias del Mar, por ejemplo. Lo que le pasa a nuestro ecosistema cultural es que hay una distancia crónica entre su ambición y la realidad. Será difícil que encuentres a un gestor de una institución de aquí que te diga ‘estamos razonablemente bien’. La máquina está apretada siempre a unos niveles que crean tiranteces, que a veces nos hacen sufrir. El estado de ánimo en el espacio cultural tiene que ver con esa especie de fatiga por cierta precariedad estructural. 

IP. Yo llevo cuatro años fuera como directora de Es Baluard, en Palma de Mallorca, y cuando estás en la periferia te das cuenta del centralismo de Madrid. Con compañeros que dirigen centros en Valencia o Sevilla solemos quejarnos de la falta de interés por parte de los medios. No me gusta comparar Barcelona y Madrid porque cada ciudad tiene un ecosistema muy distinto. Las dos ciudades viven la calle, el espacio público y el ocio de un modo distinto. En relación al mundo del arte creo que ahora hay un buen momento en Barcelona y su entorno, iniciátivas publicas e independientes muy sugerentes, como por ejemplo Cordova, Cruce o La Infinita.

"Para mi hablar de medio ambiente o migración no es una opción, esa disyuntiva ha quedado obsoleta"

JLDV. Es absurdo hablar de épocas doradas porque la ciudad cambia. Igual que es absurdo obviar el periodo del que viene Barcelona políticamente hablando. 

IP. No soy politóloga, socióloga ni antropóloga, aunque me interesa todo ello, pero está claro que lo que ha sucedido los últimos años ha tenido consecuencias buenas y malas. La atención de la gente no es ilimitada. Hemos vivido con una tensión espacial. La pandemia ha generado un enorme cansancio. Los años entre 2017 y 2021 se han hecho largos y han sido complejos para todas las instituciones. Pero creo que hay muchas ganas de trabajar. Se han renovado las direcciones del Macba, el Santa Mònica y Fabra i Coats.

¿Qué papel tendrán en su discurso la identidad, la igualdad y el clima?

IP. Para mí hablar de medio ambiente o migración no es una opción, esa disyuntiva ha quedado obsoleta. Los problemas están ahí y hay que asumirlos. Cada institución tiene su identidad propia, pero la responsabilidad social está implícita en cualquier acción que salga hoy de un museo o una fundación. No es una opción, es una realidad. 

JLDV. Para mí el diseño hoy es el desarrollo de estrategias de supervivencia y de producción de mundos. Necesitamos nuevos imaginarios, no desde una perspectiva filosófica, sino práctica y real. Sabemos que el sitio al que vamos va a ser distinto de donde venimos. No es un hablar por hablar: los conflictos por el agua, la energía y la logística de la computación tendrán una fuerza de transformación planetaria salvaje. Puedes estirar más la cuerda de esos conflictos, pero lo que no puedes hacer es decir: esto no es importante, no es relevante. 

Diez años de 'la grapadora' de Bohigas

El Museu del Disseny cumplirá una década en diciembre de 2024 y hace unos meses estrenó nuevo director, José Luis de Vicente, la efervescente mente que ideó el Sónar+D y comisario habitual del CCCB, entre muchas otras cosas. El centro tiene entre sus planes inaugurar un laboratorio y una tienda, y con el fin de las obras en la plaza de las Glòries estrenará una nueva entrada conectada con el metro, como el Louvre. De Vicente quiere que el centro se convierta en referencia para los más de 10.000 estudiantes de diseño de las 20 escuelas que hay en Barcelona y que sea mucho más que un “hotel de entidades”. “Tiene un edificio del siglo XXI, pero se planteó como un museo del XIX y eso hay que cambiarlo”, precisa.

“El DHUB es uno de los edificios más icónicos de Barcelona, una infraestructura cultural de 30.000 m² que está situado en el gran nuevo centro simbólico verde de la ciudad, donde se cruzan tres grandes avenidas. Nos guste o no, vamos hacia otro modelo de ciudad diferente", explica De Vicente sobre el enorme edificio de Bohigas, que en estos meses de calor se adhiere a la red de los casi 200 refugios climáticos de Barcelona.

Para De Vicente, hablar de diseño en el siglo XXI es hablar de los grandes conflictos de nuestro tiempo, que son materiales. "Vamos a tener que cambiar cómo nos movemos, qué comemos, la energía que usamos". Y añade: "Está siendo el año de la Inteligencia Artificial como promesa y creo que todavía se ha estudiado poco en el discurso cultural como fuerza transformadora”. De eso también se hablará en el Museu del Disseny.

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