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El grupo británico mostró su registro más electrizante en un concierto en el que citó su nuevo álbum, el muy pospunk ‘Autofiction’, y apostó por su catálogo de clásicos en versiones expeditivas
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Después de un álbum, ‘The blue hour’ (2018), orquestado y señorial, Suede se ha ido al polo opuesto en ‘Autofiction’, un disco en el que retoma su base más guitarrera, extremándola incluso con un influjo pospunk. Notable trabajo, aquel, como lo es también el nuevo, en el que la banda nos dice que es posible asumir la edad adulta sin por ello vestirse de etiqueta, con registros crudos y sofocantes.
Pocas veces, quizá nunca, habíamos visto a Brett Anderson y compañía en un estado tan eléctrico como este viernes en el Vida Festival. No hubo apenas tregua en su pase de hora y cuarto (la más notoria: el receso de ‘She’s in fashion’ en clave acústica), pura fibra desde el tema de apertura, ‘Turn off your brain and yell’. Un tema este que, entre sus capas de guitarras y su sintetizador fantasmal a lo Joy Division, lanzó la idea fuerza del nuevo álbum, algo así como “libérate de tus pautas cerebrales y da rienda suelta al instinto”.
Estribillos compartidos
Así fue y Suede nos agarró a todos por el pelo y no nos soltó a medida que repartía sus cartas, sacando partido de la parcela más expeditiva de su ‘greatest hits’. No era la noche indicada para paladear el dramatismo de un ‘The wild ones’ (que quedó en el tintero), sino más bien para dejarse atropellar por las dinámicas de ‘Trash’, ‘Animal nitate’ o un ‘Filmstar’ de cadencia casi hard rock. Mucha esencia del Bowie glam, escenificada por un Anderson que buscaba el cuerpo a cuerpo con las primeras filas y que terminó sudando y descamisado, relajando un poco la precisión vocal y entregando al público algunos de los estribillos.
La presencia de canciones nuevas se limitó a un par más, si bien se diría que su espíritu se contagió al conjunto del concierto. Pero marcaron territorio tanto ‘She still leads me on’, con su punzante estribillo, como ese severo ‘Personality disorder’, que Anderson cantó narrándolo con un desprendimiento heredado de Mark E. Smith (The Fall).
Pero un festival no es el lugar más indicado para apostar por un nuevo álbum y, establecidas esas tres torres de señalización, el resto lo pusieron los trofeos de rigor, como ‘New generation’, ‘So young’ o ‘Beautiful ones’. Y el fundido a negro de ‘Saturday night’, el bis, con su eco de las noches liberadoras del fin de semana, relajando los ánimos después de la furia.
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