Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

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Los siete samuráis

Los siete samuráis

Siguen en huelga los funcionarios de Justicia españoles y los guionistas de Hollywood. A los primeros, los niveles más bajos en el escalafón justiciero, el ministerio del ramo de la balanza casi en funciones, pero aún en funciones, les niega un reconocimiento de tareas y una subida de sueldo que sí ha aceptado con jueces, fiscales yletrados. Cuestión de categorías, por lo que parece. Que se esperen al nuevo gobierno, que este ya ha quemado sus naves y ha agotado sus presupuestos. A los guionistas de Hollywood, barrio de la ciudad de Los Ángeles, tampoco les reconocen sus tareas, sus méritos, sus emolumentos y sus estrellas en el paseo de la fama. Porque no hay fama pa’ tanta gente. Han paralizado los guionistas de Hollywood la industria del entretenimiento (sic) y el sindicato del gremio presiona para que esta figura no se quede al margen. Decía Akira Kurosawa que escribir guiones es una tarea muy dura, pero que, si alguien quiere hacer películas, entonces debe escribir guiones. Y que todo lo que se necesita para escribirlos es un papel y un bolígrafo. Y, para rematar, que solo a través de la escritura de guiones se aprenden las bases de la estructura del filme y de lo que es el cine. Kurosawa, ojo. Akira. El de 'Dersu Uzala'. El de 'Ran'. Si lo quieren en versión casera, las palabras de Mario Casas: “El trabajo más difícil es escribir. Y es el de los guionistas”. ¿Una verdad como una casa?

Crear historias, organizar el relato, buscar una estructura, darle un sentido. O recrear una historia, desorganizar el relato, desmontar una estructura, quitarle un sentido. Y ya. Que los demás podamos creernos que Georgina ha aparecido por sorpresa en el acto de graduación de su hermana (quizás ese día no le apretaron las bragas, como dice en la promo de su 'reality'). O que detrás de cada despedida de soltera/o/e hay una performance menor y en absoluto subversiva: guardias civiles con bigotón tejerino, equipos de futbolistas con pantaloncillos muy ajustados, 'cheerleaders' con penes de gomaespuma en la cabeza. Para creernos que podemos asistir a un Encuentro Arromántico en alguna ciudad del sur o a un taller de haiku con acceso ilimitado al material teórico.

La ficción como una despedida de soltera, de soltero o de soltere (que, así visto parece la defectuosa conjugación de un verbo de aquel latín del instituto). El bigote de Tejero ya no asusta a nadie y las elecciones en julio hacen que las mesas electorales deban montarse en los chiringuitos playeros. El gremio futbolístico se debate entre los bolsos masculinos, los campeonatos sin pedigrí, los fichajes nonatos y -de nuevo- el VAR (o sea, el chiringuito). Y las 'cheerleaders' pasan a nuestro lado con más pene que gloria. El trabajo más difícil no es escribir. Es tener dignidad, como los funcionarios de justicia, como los guionistas de Hollywood. Que se lo digan, si no, a los siete samuráis. Hasta la próxima y waka waka.