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Calvin Harris impone la ley del subidón en el Primavera Sound / JORDI COTRINA

Juan Manuel Freire

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Calvin Harris ha habido uno y varios. Está el que, hace una década y media, buscaba un lugar en la corriente dance-punk capitaneada por LCD Soundsystem. O el que puede postularse como esteta del funk en producciones casi sutiles, como la delicia nu-disco 'Slide', compartida con Frank Ocean y Migos, que la noche del sábado cubrió el Primavera Sound de aromas dulcemente tropicales. 

Pero el Harris más conocido es la estrella EDM, la de los bangers electro-house con voces de diva con el corazón roto. Algunos de ellos son indudablemente buenos, pero todos, mejores y peores, acabaron sonando en su actuación a lo mismo: bombos como castillos, bajos distorsionados de grosor abrumador y subidones entregados de forma mecánica. Se supone que las mejores sesiones electrónicas son aquellas en forma de viaje, con sus sinuosidades, sus cambios de humor, su variedad de colores. Pero él prefirió apostarlo todo a lo aplastante. 

Así logró sepultar la melancolía no tan subyacente en canciones como 'Outside', grabada con su habitual Ellie Goulding, o 'How deep is your love', a medias con Disciples, que antaño podíamos situar en el subgénero 'música para bailar con lágrimas en los ojos'. El house noventero de 'One kiss', con Dua Lipa, acabó aquí en techno de fin del mundo. Otro acierto, 'Promises', con Sam Smith y Jessie Reyez, dejó de sonar demasiado pronto, seguramente por contener gráciles guitarras un poco Nile Rodgers. La ligereza no es para los festivales, parecía querernos decir. 

Seguramente la mejor opción era rendirse y divertirse un poco. Fue bastante fácil en el final con la reciente 'Miracle': espectáculo de láseres a pleno rendimiento, Goulding entonando un gran estribillo, el nuevo revival trance comprimido en tres minutos. ¡Súbelo, Calvin!

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