La caja de resonancia
Los músicos a los que les gustan los otros músicos
¿Se ha retirado Mike Oldfield?
'Popular 1': el fetiche cumple 50 años
El mito del creador aislado y autosuficiente ha entrado en crisis con la entrada en escena de las escuelas superiores de música y el auge del sentimiento de comunidad, factores que fomentan el conocimiento mutuo entre los creadores y que propician una sigilosa revolución en la escena catalana
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Entro en Luz de Gas para ir a ver actuar a un grupo de jóvenes entusiastas llamado Self Destruction, que toca (muy bien) una suerte de jazz-funk librepensante y cuyo teclista, Eloi Compte, es hijo de unos amigos, y topo con Lluís Cabrera, el histórico factótum del Taller de Músics. Lo veo en ese estado tan natural en él, mezcla de excitación y enojo simpático. “¡Estos chicos son mejores que la banda de Springsteen, hay que hacerles caso!”, refunfuña, y añade un elogio de las nuevas generaciones de músicos, que se apoyan mutuamente y “van a los conciertos de los otros músicos”.
Que los músicos vayan a los conciertos de sus colegas puede parecer una perogrullada, pero no es algo que hayamos podido dar siempre por sentado. Venimos del autodidactismo y de cierto aislamiento del creador, un rol alimentado por el mito del artista autosuficiente, que fabula a partir de su insondable universo interior y pierde el mundo de vista. Pero eso ha cambiado con las escuelas superiores de música, de las que Barcelona va muy bien surtida: tenemos el Taller, el Liceu, Jam Session, SAE, la pública Esmuc. Aulas en las que se respira el conocimiento del otro y la percepción de ir todos en un mismo barco. Es así como quizá te das cuenta de que tus ideas geniales a lo mejor no lo son tanto.
Unos días después, entrevisto a Judit Neddermann, que no hace tanto era alumna del Taller, y me cuenta que, en efecto, observa cómo en los últimos años ha prosperado cierta noción de red de compañeros que se siguen unos a otros, y que conecta con el actual auge de las colaboraciones. Músicos que tocan en los discos de los compañeros y luego, en los conciertos, arrastrando a amigos y seguidores. Hay un “sentimiento de piña” que se hace fuerte ante la sensación (muy cabal) de que allá fuera hace frío y que conviene darse apoyo mutuo. Puede pasar que los músicos acaben pareciéndose unos a otros, aunque también lo contrario, que la conciencia de ese riesgo les empuje a diferenciarse y a buscar su propia voz.
Los efectos son palpables y llamativos. Ya no es solo una Rosalía, una Sílvia Pérez Cruz o un Marco Mezquida: nuevas olas de talentos surgidas de esas escuelas y de esos climas creativamente promiscuos están revolucionando sigilosamente la escena catalana.
Suscríbete para seguir leyendo
- La FGE sustituye a la fiscal de Madrid por el fiscal superior de Extremadura en la querella de la pareja de Ayuso contra dos fiscales en su caso de fraude
- Este domingo puedes visitar el bosque del Prat que solo abre 10 veces al año
- Adiós a los párpados caídos con este sencillo truco a base de aceite de oliva
- Encuesta elecciones Catalunya: El PSC roza la victoria y Junts refuerza su ventaja sobre ERC
- Muere Carola Miró, la esposa del expresidente de la Generalitat Quim Torra
- 30 frases e imágenes para felicitar el Día de la Madre 2023
- Aviso amarillo por lluvias y tormentas en ocho comarcas de Catalunya este lunes
- Un muerto en un tiroteo al lado de la parada de metro de Maresme-Fòrum de Barcelona