La película que Springsteen montó en Barcelona

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El concierto de este viernes de Springsteen en Barcelona.

El concierto de este viernes de Springsteen en Barcelona. / Ferran Nadeu

Miqui Otero

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Vista desde la grada, la pista del Estadi Olímpic es una enorme fideuà (los brazos arriba son los fideos enhiestos) cuando suena la penúltima canción y miro el vaso oficial de la gira. Leo, en letras apaisadas, de créditos finales en autocine: 'Only the strong survive'. Y entonces me abrazo a un irlandés de unos 70 años (vio por primera vez a Bruce Springsteen hace cuarenta) y gritamos a coro: “We liked the same music, we liked the same bands, we liked the same clothes”.

 El irlandés, con look cofrade de pantalón y jersey rojo, y con un bronceado cegador, se parece muchísimo a Rafael Alberti en los años de Transición. Y durante el concierto ha adelantado, de forma casi mágica, cosas que sucederían: “Ahora hará coros Michelle Obama”. Yo, quizás por subir la apuesta, le he dicho: “¿Sabes que de esto saldrá una película?”.

Concierto Bruce Springsteen

Concierto Bruce Springsteen / FERRAN NADEU

 Me lo he inventado, claro, pero esta es la película que me he montado. Es evidente que Obama y Spielberg están aquí (hasta se decía que vendría Tom Hanks) por esa razón. Nada más Estados Unidos que esos nombres. Obama y Springsteen ya han hecho un podcast y un libro (es obvio que lo siguiente será una película, tal y como el hijo sigue al libro escrito y al árbol plantado). Por eso, claro, ha salido Michelle a cantar.

Todo encaja, porque 'Michelle', de los Beatles, es una de las canciones favoritas de Spielberg (aunque también le encanta The Ghost of Tom Joad, del Boss). Sus compañeros de generación, como Scorsese, ya han hecho sus grandes documentales musicales, pero él no. Es de cajón que ha venido a Barcelona para hacerlo sobre su amigo. Tom Hanks podría ser la voz en off, porque no se le ha visto el pelo, pero Springsteen ganó un Oscar por una canción de una película que él protagonizaba.

 Si Spielberg quisiera, podría ser una película de ciencia ficción, sobre un cantante de 73 años que se mueve como uno de 27, sobre una ciudad asolada por un enorme monstruo: la gamba XXXL de Roses que se comieron la noche antes del concierto en el restaurante de El Palace (una escena: los protagonistas americanos intentan decir el nombre del chef, Rafa Zafra, y las erres son su Waterloo).

La película podría arrancar con tres alcaldables de Barcelona preparándose para ir al concierto: Xavier Trias anudándose la corbata en Sarrià-Sant Gervasi canturreando Born in the USA, por ejemplo. O Ada Colau entonando “Because the night, belong to lovers” (y al lobby hotelero) en versión Patti Smith o Collboni ciscándose en el tráfico y la Diagonal en obras mientras grita: “Oh-oh, Thunder Road”. Es obvio que la película se estrenaría en Netflix: de ahí los subtítulos en catalán en algunas canciones, negociados desde el Govern.

 Es evidentísimo, le digo al irlandés, que esto va a ser una película. Y él tendrá más de un plano. Pero, en realidad, no irá sobre alcaldes ni presidentes de los Estados Unidos, sino sobre los fans que hoy han llenado el estadio.

El concierto de este viernes de Springsteen en Barcelona.

El concierto de este viernes de Springsteen en Barcelona. / Ferran Nadeu

 La primera escena podría ser la de un tipo sin brazos que se ha comprado una cazadora. Me lo cuenta Ana en el puesto de merchandising: “Es esta como con forro polar. Hasta ahora solo se ha vendido esa, porque cuesta 280 euros. Y se la ha llevado él”. Andrea, su compañera de ventas, me cuenta que ha tratado con un médico de Washington que ha llegado con toda su familia y que otro ha comprado 14 camisetas (a cincuenta euros cada una: 700 euros).

Como dice Silvio en 'Los Soprano', interpretado por el mismo Steve Van Zandt que luce esta noche radiante con su pañoleta y su guitarra: “Vales lo mismo que lo que hay dentro del último sobre que te entregan”. Añade Andrea: “Y un padre, muy grande, ha comprado una para él y otra para su hijo de seis años”. ¿Pero venden tallas infantiles? “No, eso es lo bonito: le ha comprado una L y ha dicho que era para que se la pusiera dentro de 20 años. Así se aseguraba de que él también sería fan”.

 Ellas, en realidad, prefieren Coldplay e Imagine Dragons a Springsteen, pero lo están disfrutando igual. Como otra Ana, camarera de Sant Boi, que lleva toda la noche tirando cañas mientras recibe mensajes de su madre, que le pide que se gire y le envíe vídeos del concierto. Ella, de piercing en nariz y labio, es más de Mäneskin, pero la ha satisfecho. Marc, de Tàrrega, enarbola una Telecaster invisible y hace un Air Guitar encantadoramente manicomial.

Un segundo antes, le estaba mandando un vídeo a su padre, que le ponía 'Lucky Town' los sábados cuando hacían la limpieza de la casa (volverán juntos el domingo): “House got too crowded, clothes got too tight / And I don't know just where I'm going tonight”. Cada vez que Jake Clemons, sobrino de Clarence, toca el saxo, regala cinco años de vida a todos los fans (que gritan siempre que él sopla).

 Esta película es familiar y Springsteen se transmite genéticamente. Una familia numerosa, muy numerosa, pero también cercana. La familia y uno más, Springsteen, el capo dei capi de La Familia. Cuando suena Dancing in the Dark, la última, le digo al Rafael Alberti irlandés, que ya es como mi tío abuelo: “Que vengan todos los cínicos del Planeta Tierra aquí, ahora mismo. Es imposible no llorar con esto”. No me entiende, por el ruido, pero asiente. Solo los fuertes sobreviven y solo los buenos se emocionan, cuando acaba la película.

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