Cultura

Triunfo monumental de ‘Il trittico’ liceísta

El Gran Teatre devolvió al repertorio, después de 35 años, el trío de óperas en un acto de Puccini con un éxito atronador

Schicchi: Ambrogio Maestri, Ruth Iniesta, Iván Ayón-Rivas y Daniela Barcellona

Schicchi: Ambrogio Maestri, Ruth Iniesta, Iván Ayón-Rivas y Daniela Barcellona / Liceu

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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El Liceu vivió la tarde del domingo una velada de esas que hacen historia. Después de 35 años regresaba a su escenario ‘Il trittico’ de Puccini, una obra poco usual en el repertorio al tratarse de tres minióperas que requieren un reparto tan amplio como de excelencia, siendo por ello la ópera italiana más cara de poner en escena. Este tríptico fundamental del teatro musical del siglo XX estrenado en 1918 por el popular compositor italiano –autor, entre otras, de las siempre presentes ‘Tosca’, ‘Turandot’, ‘La Bohème’ o ‘Madama Butterfly’– está compuesto por una tragedia, ‘Il tabarro’ (‘El tabardo’), una obra de espíritu trascendental (‘Suor Angelica’) y una comedia (‘Gianni Schicchi’, nombre del personaje principal), con la muerte como elemento unificador.

El Gran Teatre barcelonés reunió para ello un plantel de grandes nombres, con algunos que saltan de una obra a otra con total pericia, comenzando por un inmenso Ambrogio Maestri, quien mostró su faceta más dramática en ‘Il tabarro’ –llegando al sobreagudo con cierta dificultad– y contrastando de manera soberbia con su delicioso y divertido Schicchi, toda una creación escénica del barítono italiano.

También se dividió en dos personalidades la mezzo Daniela Barcellona, primero como una cruel Zia Principessa de ‘Suor Angelica’, de tintes oscuros y profundos, y, en ‘Gianni Schicchi’, como una Zita ideal por timbre y carácter. Le siguieron, aunque en roles menores, dos artistas jóvenes de esos que dejan huella, la chispeante soprano Ruth Iniesta y el verdaderamente espléndido tenor peruano Iván Ayón-Rivas, ambos geniales en ‘Schicchi’.

El debut escénico en el Liceu de Lise Davidsen, como Giorgetta de ‘Il tabarro’, resultó exultante, impresionante y emocionante, imponiéndose por su talento extraordinario. En ‘Suor Angelica’ emocionó el canto siempre cuidado de Ermonela Jaho en el rol titular, llegando al corazón del público con sus pianísimos electrizantes. Mercedes Gancedo y Berna Perles despuntaron en sus papeles, al igual que Brandon Jovanovich (incluso con sus agudos destemplados), Marc Sala o el consagrado Stefano Palatchi, voces sobresalientes que se unieron a la camaleónica Mireia Pintó, que se paseó sin problemas por los tres títulos.

Desde el podio, la debutante tanto en el Liceu como en la obra, Susanna Mälkki, brilló firmando una adecuada concertación –incluyendo la actuación de la masa coral en las dos primeras óperas, impecable en ‘Suor Angelica’–, el contraste justo entre los tres títulos, dejando brillar a las voces y acentuando los momentos de lirismo, mientras que la producción de Lotte de Beer metía las tres obras en una máquina-túnel del tiempo –las tres óperas se ambientan en los siglos XX, XVIII y XIII, respectivamente– gracias a una escenografía única de Bernhard Hammer (que ¡bendita! actuaba como una caja acústica para las voces). La propuesta escénica permitía un viaje a través del tiempo apoyándose en un atrezo ambientador, el descriptivo vestuario de Jorine Van Beek y la pictórica iluminación de Alex Brok. El público premió este edificante regreso con atronadores ovaciones.