Crítica de libros

'Babysitter' de Joyce Carol Oates: el arriesgado juego de soñar

La autora de 'Blonde' conjuga en esta novela temas tan variados como la pederastia, la violencia machista o el racismo

La escritora estadounidense Joyce Carol Oates.

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Resulta inevitable pensar en la polémica surgida a raíz del estreno de la adaptación de ‘Blonde’ al cine durante la lectura de ‘Babysitter’ (Alfaguara, 2022). Ambas son historias de ficción de Joyce Carol Oates, ambas con mujeres protagonistas con una existencia al servicio del deseo masculino. En ‘Babysitter’ Oates nos narra la vida de Hannah Jarrett, una mujer de clase acomodada, madre de dos hijos y esposa de un respetable hombre de negocios. Su día a día no puede ser más idílico para vivir en la periferia blanca de Detroit en 1977: ella dedica su tiempo libre a los clubes de campo y a los actos benéficos mientras su criada filipina Ismelda se ocupa de la casa y de los niños. Que todo esto no os lleve a engaño. La ‘Babysitter’ del título no es Ismelda, sino un asesino en serie que lleva varias víctimas en su lista ya. Todos blancos, todos entre 10 y 14 años, todos hallados desnudos, bañados y con su ropa doblada y planchada junto a ellos.

Pese a ese título y ese trasfondo, la novela se centra en la vida de Hannah y cómo tras 11 años de matrimonio comienza una aventura con un extraño al que conoce tan solo por las iniciales ‘YK’. Asiste a su primera cita con él en una habitación de hotel con la firme convicción de que no va a suceder nada. No puede quedarse. Pero una enorme curiosidad y el deseo de romper con una rutina con días demasiado parecidos entre sí la empujan a seguir adelante. Ese primer encuentro culmina con una violación que no será la peor que sufra Hannah a manos de ese hombre. Oates no escatima en detalles: la violencia es uno de los temas fundamentales de su literatura. Lo que tal vez pueda sorprender es la emoción que sobrecoge a Hannah tras estos encuentros. Siente que, de alguna manera, su vida por fin es plena y está completa. Tiene un amante.

Si bien está narrado en tercera persona, el texto está regado de frases surgidas de forma directa de la mente de ella en primera. El foco se establece de un modo indiscutible en Hannah, y gracias a ello podemos llegar a comprender sus motivaciones y el porqué acude a las citas con ‘YK’ una y otra vez. El pecado tendrá una importancia fundamental en la historia desde el momento en que esa cita de arranque se lleva a cabo un día de Viernes Santo. El peso de la culpa atormenta a Hannah a la vez que la seduce.

A pesar de presentarnos un planteamiento tan arriesgado, este funciona sin fisuras. No obstante, hay algunos elementos que entorpecen el desarrollo de la novela: saltos en el tiempo —que sirven como fiel reflejo de la confusión mental de la protagonista pero llegan a desorientar en ciertos momentos—, capítulos en los que las víctimas de Babysitter nos hablan desde el más allá, giros en la intriga apresurados y poco desarrollados. Que la trama de Babysitter pierda fuerza en favor de la de Hannah también resulta desconcertante. Puede que el fallo resida en esa voluntad de querer abordar tal variedad de temas en tan solo 500 páginas (asesinatos en serie, pederastia e Iglesia, racismo, violencia machista). Tal vez menos habría sido más. Pero lo que no admite duda es que el resultado no habría sido tan satisfactorio si no tuviese detrás la maestría y la calidad con que Oates inunda todas sus obras.

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