Misivas reveladoras

El enigmático suicidio por amor de la periodista Irene Polo

A través de sus cartas, un libro cuestiona que la brillante reportera de la Segunda República se quitara la vida por la pasión no correspondida con la actriz Margarida Xirgu y descubre otro probable enamoramiento, entre las causas de su depresión 

Irene Polo

Irene Polo / CULTURA IRENE POLO

Anna Abella

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La intrépida periodista Irene Polo tenía solo 32 años cuando se suicidó en Buenos Aires el 3 de abril de 1942. No se tiró por una ventana, ni lo hizo, como propagan las leyendas urbanas, por el amor no correspondido de la famosa actriz Margarida Xirgu, a cuya compañía de teatro se había sumado como secretaria personal y asistente de prensa en 1936, antes del inicio de la Guerra Civil, para iniciar una gira por Sudamérica. Otra mujer, una diplomática llamada Judith, habría contribuido, junto a otros factores, a que la brillante reportera barcelonesa de la Segunda República se quitara la vida con una sobredosis de las pastillas para la depresión que tomaba y que le provocaron una larga agonía. De resolver algunos enigmas de esa última y muy desconocida época se ocupan Glòria Santa-Maria y Pilar Tur en ‘Els anys americans d’Irene Polo’ (Cal Carré), donde reproducen 17 cartas a su buen amigo el pintor Miquel Villà enviadas entre 1940 y 1942 (la última fechada tan solo 14 días antes de matarse), además de tres de sus artículos, tres textos sobre ella y un revelador posfacio.

Santa-Maria y Tur han tirado del hilo para reconstruir aquellos últimos años de exilio (ni la periodista ni Xirgu regresarían nunca a España) también con entrevistas orales a personas que la conocieron y mucha hemeroteca ya desde los 90, cuando empezaron a investigar para ‘Irene Polo. La fascinació del periodisme. Cròniques (1930-1936)’ (Quaderns Crema, 2003), libro de cuya edición se encargaron. Fue una sobrina de Polo, Mònica Merli, quien les facilitó las cartas, que habían llegado a sus manos gracias a la familia de Villà tras la muerte de este en 1988. 

Irene Polo (derecha) y Margarida Xirgu, con un vendedor de periódicos, en Montevideo, entre 1937 y 1939.

Irene Polo (derecha) y Margarida Xirgu, con un vendedor de periódicos, en Montevideo, entre 1937 y 1939. / MAE-Institut del Teatre. Fondo M. Xirgu

Cuando Polo se mató hacía más de dos años que no mantenía contacto con la Xirgu. Tísner explicó a las autoras que se comentaba que la causa había sido un amor no correspondido por un diplomático mexicano, algo que también escribía en sus memorias el periodista Vicenç Riera Llorca. "Pero a Tísner no le cuadraba porque ella se sentía más atraída por las mujeres", señala Santa-Maria. Buscaron qué diplomáticos coincidieron en Buenos Aires con la periodista. "E identificamos a una mujer, diplomática de México: Judith Martínez Ortega. En todas las cartas a Villà cita a "Judith", que está "destinada" allí, hasta que de repente deja de hacerlo. Es un silencio sorprendente. No queda claro qué relación mantenían, destilaba mucha amistad, aunque no hay nada explícito. Sí se entiende que convivieron en la misma casa con la madre de Irene y una hermana que tenía una enfermedad crónica", añade. La hermana y la madre, a la que su padre, alcohólico, mujeriego y jugador maltrataba, llegaron al exilio en la capital argentina en 1939, al final de la Guerra Civil. 

Enamoramiento platónico

Polo, que había colaborado en la prensa más relevante de su época, "vivía con naturalidad su lesbianismo. Todo el mundo lo sabía y lo respetaba, aunque algunos no lo aceptasen. Sempronio decía que se enamoraba terriblemente de mujeres pero de forma platónica", apuntan las autoras. En las misivas se intuye un desengaño amoroso cuando Judith, harta del tiempo bonaerense, se marcha a Brasil en diciembre de 1940 -"Me quedaré muy sola y asqueada con el calor", le notifica a Villà- y posteriormente le informa en una postdata de que Judith volverá a México el 26 de junio de 1941.

"Tengo un decaimiento nervioso terrible, y una angustia que no sé si podré resistir si dura mucho más", escribe Polo en una carta

Escribe Polo a su amigo pintor en septiembre de ese año: "Estoy pasando unos días muy malos. Tengo un decaimiento nervioso terrible, y una angustia que no sé si podré resistir si dura mucho más". "No hay entrenamiento para el dolor", continuaba el 23 de febrero de 1942, antes de comentarle el suicidio de Stefan Zweig. "Esta América, para vivir en ella, es matadora (…). Ya has visto que el pobre Zweig se ha matado con la mujer en Brasil, también harto de América, seguramente". 

Amenazada por la FAI

A ese estado de ánimo había que sumar que Polo ya no había vuelto a ejercer de periodista y, con su madre y hermana a su cargo, para ganar dinero trabajó en una perfumería de secretaria y haciendo traducciones. "Hay diferentes motivos que nos hacen entender sus sentimientos. Su situación económica era insostenible y apenas hacía vida social y cultural. Con la victoria de Franco no podía volver a España, no podía trabajar de periodista y lo hacía en algo que no le gustaba, el mundo estaba en plena Segunda Guerra Mundial... todo la empuja a la depresión", dice Tur, que recuerda que antes de marcharse de España con la Xirgu había recibido amenazas serias de la FAI por haber escrito artículos de temas laborales donde criticaba a los anarquistas por aprovecharse de los obreros. Poco antes del inicio de la Guerra Civil la FAI había asesinado a su compañero Josep Maria Planes. Y otro, Francesc Madrid, huyó de España después de que le pusieran una pistola en la frente.

"Polo era un personaje fascinante, que dejaba huella", destacan. De la enigmática Judith, apuntan, "ya era una mujer muy libre en un mundo masculino, que desde muy joven viajaba de un destino diplomático a otro". Acabó casándose con un hombre. 


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